El 23 de marzo de 2013 la comunidad de montes vecinales en mano común de San Vicente de O Grove introducía en sus parcelas seis vacas cachenas con las que promovieron un proyecto de silvipastoreo para obtener carne que ayude a incrementar los ingresos en la entidad y disponer de animales capaces por si solos de mantener limpias las propiedades comunales de un modo absolutamente natural.

Un lustro después puede concluirse que este entrañable y llamativo animal originario del área montañosa de la zona de O Xurés (Ourense) y los montes limítrofes con el Parque Nacional de Peneda-Geres (Portugal) está plenamente adaptado al clima y la orografía de San Vicente de O Grove.

Prueba de ello es que en la actualidad son diecisiete las reses que integran la ganadería de los comuneros, la última nacida hace solo unos días. Y eso que año tras año se han sacrificado al menos un par de animales, sobre todo machos, ya fuera para obtener carne y lograr ingresos con su venta o bien para organizar la exitosa fiesta exaltación de este producto.

"De no haber sacrificado a ningún animal ahora mismo tendríamos ejemplares suficientes para limpiar todo el monte comunal y muchas parcelas privadas", destaca Manuel Castro, presidente de los comuneros.

Es él quien confirma la buena salud de la manada y destaca que se han cumplido sobradamente los objetivos marcados. Tanto los que se barajaban cuando se planteó este proyecto a principios de la década, siendo presidente Manuel Ochoa, como hace un lustro, cuando los animales llegaron a Con da Hedra siendo Jesús Otero Pombo el máximo responsable de la comunidad de montes vecinales.

Y es que la vaca cachena, que se caracteriza por el gran porte de su afilada cornamenta y el reducido tamaño de su cuerpo, hasta el punto de tratarse de la raza española más pequeña, está perfectamente integrada ya en el entorno, por lo que se trata de una buena nueva desde el punto de vista de recuperación de la especie, que atravesó momentos difíciles en las últimas décadas.

Este animal, por lo general presente en zonas poco pobladas, y en consecuencia huidizo y desconfiado, contribuye de manera importante a limpiar los montes comunales, y esto ayuda a prevenir incendios y generar valor añadido en la parroquia.

Son vacas de color castaño claro -más oscuro a la altura del cuello- que pueden pesar en edad adulta alrededor de 580 kilogramos y alcanzar los 1,22 metros de alzada, en el caso de los machos, mientras que las hembras apenas llegan a los 400 kilos y miden cerca de 1,17 metros.

Como se ha comprobado ya a raíz de los numerosos partos registrados en Con da Hedra y parcelas anexas, los terneros pesan al nacer aproximadamente veinte kilos, siendo normalmente destetados a los seis meses.

Evidentemente las atenciones que reciben estas vacas por parte de los comuneros, así como la riqueza y el tamaño del terreno que tienen a su disposición, contribuyen al crecimiento del rebaño.

Pero también influye, lógicamente, el hecho de que las hembras de vaca cachena, que se cubren a los 24 meses, gocen de una alta fertilidad y longevidad; además de estar consideradas unas reproductoras con muy buenas calidades maternales y gran facilidad de parto.

Capaz de aprovechar unos recursos naturales que difícilmente aprovecharían otras razas bovinas, la cachena tiene una carne de excelente calidad que "en San Vicente tiene incluso mejor sabor", presume Manuel Castro.