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Una firma que pronto cumplirá dos décadas de actividad y que exporta su producto a una treintena de países

Conservas La Brújula está a punto de cumplir dos décadas de actividad. Abrió sus puertas en 1999 con un proyecto del grupo empresarial Delgado, a su vez ligado al sector conservero desde 1997. "Teníamos la ilusión, el empeño y la pasión de comenzar un negocio que queríamos que marcara un cambio trascendental en la forma de hacer conservas; era un sueño, y a la vez, un reto difícil que estábamos seguros de emprender", explican en la propia compañía. Para lograr sus objetivos decidieron "seleccionar la mejor materia prima de las rías gallegas y el Cantábrico, adquiriendo solo productos de temporada y en lonja, sin utilizar conservantes, colorantes, ni blanqueantes, y aplicando estrictos controles de calidad durante todo el proceso de fabricación".

Parece haber dado resultado, pues según destacaban ayer los conselleiros desplazados a la factoría de La Brújula supo compatibilizar tradición e innovación para garantizar un valor añadido a sus productos, y esta circunstancia, unida a su "constante apuesta por la internacionalización de las ventas", le permite exportar ya "a más de 26 países, entre ellos, Austria, Alemania, Estados Unidos, Francia, Hong Kong, Inglaterra, Irlanda, Italia, México y Portugal".

Quizás en todo esto tenga mucho que ver "la continua búsqueda de la excelencia", pues en dicha factoría arousana dicen preocuparse "por el producto, los procesos y la tecnología que empleamos para obtener una conserva de máxima calidad, analizando el origen de la materia prima para obtener el mejor pescado y marisco". Y a esto se suma, convirtiéndose en tarjeta de presentación de la firma, que "aunque disponemos de la tecnología más avanzada, los procesos son artesanales, con empacado manual, control de tiempos y temperaturas y una limpieza exhaustiva".

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