Hace ya siete años el Concello de O Grove presentaba a la Consellería de Medio Ambiente el “Proyecto de conservación del Equus asinus en el monte de A Toxa”. Era una idea del entonces concejal Alfredo Bea con la que introducir en la isla un par de ejemplares de burros “fariñeiros”.

Ahora esos burros, Emilia y Pardo, tienen descendencia, Bazán. Y además se hacen acompañar de un cuarto cuadrúpedo, aunque no sea de la misma especie.

Aunque las críticas al principio fueron intensas, ahora resulta que estos animales despiertan cada vez mayor interés, hasta el extremo de que la "lujosa" parcela que ocupan, justo a la entrada de la emblemática isla, es uno de los lugares más visitados.Niños y adultos

Especialmente numerosas son las visitas durante el fin de semana, cuando niños y adultos se acercan y tocan a los borricos, con los que se fotografían y a los que dan de comer, aunque está prohibido.

Como numerosas son las actividades organizadas a través de la concejalía de Medio Ambiente que dirige ahora Ángeles Domínguez, en las que suelen participar colegios tanto de O Grove como de otras localidades gallegas.

Pocos se acuerdan ahora de lo que argumentaba este departamento cuando pedía ayuda para este proyecto a la Xunta y dejaba constancia de que “apenas quedan burros de cuatro patas”, pues “después de la Guerra Civil había en España 1.200.000 ejemplares y hoy en día puede que solo queden alrededor de 50.000, de los que menos de 5.000 estarían en Galicia”.

Se trata de una especie en franca regresión, “ya que la mecanización del campo hace innecesaria su utilización diaria, a pesar de tratarse de un animal que durante siglos formó parte de la vida diaria de nuestro pueblo”.

El proyecto de los burros “fariñeiros” pretende “conservar la imagen de este animal”, para lo cual Alfredo Bea consideró fundamental que la sociedad, y las nuevas generaciones, en particular, tuvieran contacto directo con estos los borricos y recibieran información sobre sus múltiples ocupaciones en beneficio del ser humano”.Aula didáctica

Lo que se pretendía al introducir una pareja de burros “fariñeiros” en la isla, y parece haberse logrado, era convertir A Toxa en una especie de aula didáctica mediante la cual conocer mejor la especie y contribuir a su preservación.

Cabe recordar que el “Equus asinus” es una especie amenazada que antaño fue parte esencial del quehacer diario en Galicia, sobre todo allí donde se realizaban las moliendas y estos animales se ocupaban del traslado de los cereales y de la harina o “fariña”, de ahí su nombre.

Desde un principio también se presentó este proyecto como un aliciente turístico, además de contribuir a mantener viva la leyenda que dice que un vecino de O Grove trasladó su burro enfermo y moribundo a la isla, cuando aún no había puente.

Aquello que contó Emilia Pardo Bazán, de ahí los nombres de los borricos, sirvió para descubrir los poderes mineromedicinales de las aguas termales de A Toxa, pues el animal enfermo fue abandonado allí porque su dueño estaba convencido de que afrontaba sus últimos días de vida, y sin embargo un tiempo después comprobó que no solo no estaba muerto, sino que rebosaba salud y dinamismo, precisamente porque se había zambullido y empapado con las aguas y los fangos del territorio insular.

Fue en septiembre de 2011 cuando se alojó en la isla la pareja de burros fariñeiros (Equus asinus) adquirida por el Concello para contribuir a la preservación de la especie y a la potenciación turística y ecológica de A Toxa.