Amalia Rey Bragaña es de Valga, y dirige el 3 de enero pasado cumplió 20 años al frente del autoservicio San Miguel, una pequeña tienda con productos de alimentación y bar situado en San Miguel, a orillas del Camino Portugués. Asegura que de no ser por los peregrinos, "tendríamos que cerrar las puertas. Estamos abiertos gracias al Camino".

Muchos negocios privados han experimentado una nueva primavera gracias a la peregrinación jacobea, y el de Amalia Rey es un ejemplo. "Hace 20 años vivíamos tres personas de esto, pero entonces los vecinos compraban aquí. Sin embargo, ahora la gente se desplaza a los grandes almacenes". Ese espacio lo han ocupado quienes se dirigen a Santiago. "Quizás no dejen mucho dinero, pero sí que dejan lo suficiente para que los negocios de estos lugares puedan sobrevivir", añade.

La emprendedora apunta que en 2017 "éramos tres trabajando, y hacíamos buena falta", pues se consolidó el fuerte repunte de afluencia. "Normalmente, entre febrero y abril hay poca gente, pero el año pasado hubo más gente en primavera que en verano". Agrega que también hubo mucho ambiente entre septiembre y octubre, "cuando otros años esos meses venía muy poca gente".

Cree que el aumento se debe en buena medida a que hay gente que escapa de la masificación de la ruta francesa, y que lo que le trasladan los caminantes es que el Camino Portugués necesita más limpieza y una mejor señalización.

Carta en inglés y alemán

Para facilitar la comprensión a los turistas extranjeros, Amalia Rey ha escrito la carta de productos también en inglés y alemán. Asimismo, ella misma tiene algunos conocimientos de alemán, pues en su juventud estuvo emigrada en Suiza. "Nos vamos entendiendo", resume.