Era un secreto a voces, pero ahora la comunidad científica lo atestigua. El yacimiento arqueológico de Adro Vello, en O Carreiro (O Grove), ha sido víctima de un atentado patrimonial permanente durante las tres últimas décadas. Es decir, desde que se realizaron las excavaciones que descubrieron su maleza y este trabajo se dejó morir, aún a sabiendas de que lo más importante sigue todavía enterrado.

La erosión del mar, los saqueos, el vandalismo y, en definitiva, el abandono y la desidia de las administraciones públicas han convertido la que se creía una auténtica joya arqueológica en una ruina necesitada de una intervención urgente.

Universidade de Vigo

Sale esto a relucir ahora porque un equipo de seis investigadores ligados a diferentes proyectos del Campus do Mar de la Universidade de Vigo, ayudados por personal de Antropología Física de la Universidade de Santiago -que se ocupan expresamente de los esqueletos humanos que se encuentran en el lugar-trata desde ayer -y hasta el miércoles que viene- de desarrollar un proyecto de investigación relacionado con los orígenes de la industria conservera y de la salazón en la costa gallega.

Es, como se avanzaba ayer, el "Salt and fish salting in Ancient Gallaecia. Looking for the origins of the Galician canned fish industry". O lo que es lo mismo, un proyecto en busca de explicaciones, datos y restos sobre la introducción de la salazón por los romanos en Galicia que se financia con fondos europeos a través del programa Marie Curie.

Adolfo Fernández

El doctor en Arqueología de la Universidade de Vigo Adolfo Fernández es el director de este proyecto arqueológico. Y es él quien confirma "la erosión marina está afectando muchísimo a los yacimientos de toda la costa gallega, y este de O Grove no es una excepción", por lo que "es muy probable que sigan esparciéndose restos humanos", ya que el yacimiento está al descubierto, en un estado "deplorable".

De ahí que el científico lo defina como un yacimiento "problemático" desde el punto de vista de la conservación, ya que "desde que se excavó en los años ochenta solo se realizó alguna intervención en materia de conservación", por ejemplo tapando las tumbas para evitar la desaparición de huesos humanos, instalando una alambrada perimetral o cortando la maleza.

"Pero poco más se hizo, y lógicamente sufrió las consecuencias", explica el arqueólogo Adolfo Fernández, quien pudo constatar personalmente que el paso de los años "hace evidente el deterioro de la estructura, que va desapareciendo poco a poco a pesar de que se trata de uno de los yacimientos más importantes de Galicia, de ahí que resulte tan penoso que se encuentre en este estado".

Aunque este declive no es algo que competa al equipo de investigadores que ayer iniciaron sus trabajos en Adro Vello, el director de la expedición confía al menos en que este proyecto científico sirva al menos "para estimular futuras actuaciones en el yacimiento".

Una forma de concienciar

Lo que quiere decir el doctor es que "ojalá este regreso de los arqueólogos tres décadas después se haga notar; deseamos que nuestra presencia aquí sirva para concienciar a las autoridades y a la población".

Pero poco más van a poder hacer estos científicos, porque "nosotros desenterramos para buscar pruebas de la industria salazonera en esta zona y después de conseguir toda la información posible vamos a dejarlo todo tapado como estaba".