La asociación Amarcarril cuenta con un perfil de Facebook en el que sus fundadoras explican el nacimiento del proyecto. Explican que una vez que han recuperado "el orgullo de su actividad laboral, las mariscadoras han conseguido un nivel de autoestima que les otorga una autonomía personal importante.

A los logros laborales debe añadirse un cambio en los propios contenidos del trabajo al que han incluido nuevas y diferentes tareas. Han pasado de ser recolectoras a ser cultivadoras, pero además vigilan, planifican el trabajo, limpian las playas, seleccionan y clasifican el producto. Económicamente, también han conseguido que su producto alcance un alto valor, lo que contribuye al desarrollo local y comunitario", relatan desde Amarcarril en las redes sociales.

Sin embargo -agregan-, esta historia de lucha y tenacidad "tiene en la actualidad sus claroscuros". Los más reseñables son el furtivismo, "que sigue siendo un problema importante para el desarrollo presente y futuro del marisqueo", la falta de relevo generacional, que "a día de hoy no parece garantizado", y el hecho de que "todavía subyace en la población, de una manera general, un halo de actividad marginal, en cierta medida anecdótica, de reclamo turístico y poca consistencia económica que es preciso rebatir", desglosan las mariscadoras.

La fundación de la Asociación Mariscadoras de Carril (Amarcarril) "nace del convencimiento de que es necesario seguir transmitiendo la historia del marisqueo y de las mariscadoras gallegas a las nuevas generaciones y, al mismo tiempo, inculcarles un creciente respeto y consideración por esta profesión como garantía de éxito para abordar tres de los problemas que acucian al marisqueo a pie en Galicia", una actividad que nació para el autoabastecimiento de la población y que no adquirió un carácter comercial hasta finales de los años 50 y principios de los 60.