La decisión del concello de Meaño de expulsar a cuatro mayores usuarios del Centro Social Polivalente, argumentando que la evolución de su enfermedad y dependencia les impide adecuarse al servicio, supone la protesta de sus familiares que, entienden que no se realizaron valoraciones objetivas y que los suyos están en condiciones de seguir acudiendo al centro.

El grupo de afectados ha decidido emprender una lucha en defensa de lo que consideran como derechos de los suyos, para que puedan seguir acudiendo y que ellos, como cuidadores en casa, puedan disponer de unas horas de respiro familiar. Los expulsados son cuatro usuarios de las localidades de Dena y Xil, con edades comprendidas de 75 y 85 años, y que sufren afecciones relacionadas con enfermedades neurodegenerativas.

El primer paso ya lo dieron las familias la pasada semana con su intervención al final de la sesión en el pleno de los presupuestos, en la que, a través de su portavoz José Ángel Lubián Barreiro, demandaron de la alcaldesa Lourdes Ucha una solución que, entienden, pasa porque el concello reconsidere su posición y readmita a los suyos. En un diálogo final, fuera ya de sesión pero dentro del salón de plenos, en la que los familiares apuntaban a la responsabilidad de la alcaldesa Lourdes Ucha, ésta les explicó que "serán los técnicos de los servicios sociales los que se reunirán con cada familia, caso por caso en los próximos días, para explicarles la situación". Sin embargo, ello no convenció a los afectados que manifestaban ver en la decisión un trasfondo político, que no técnico.

El segundo paso lo daban ayer lunes, primer día hábil del año cuando, teóricamente, se hacía efectiva dicha expulsión y no podían llevarles al centro. Pero las cuatro familias desafiaron al gobierno local y, como de costumbre, a primera hora de la tarde se presentaron en el centro con sus mayores, que fueron admitidos y acogidos por los cuidadores.

José Ángel Lubián, portavoz del grupo por cuanto su suegra es una de las afectadas, entiende que detrás de la decisión "se halla el deseo de ahuecar porque el centro tiene una capacidad muy limitada, hay lista de espera para poder entrar, y el concello se siente en la necesidad de expulsar a unos usuarios para que entren otros". "Pero nos tememos -añade- que ésta sea la punta del iceberg, y que detrás de los nuestros vengan otros en cuestión de meses, por lo que el temor se extiende ya a otras familias".

La vecina de Dena, Mercedes Viéitez, otra de las afectadas por la decisión, relata que su madre, usuaria del centro, "camina y se vale por sí misma, incluso viene conmigo a la compra, y su estadio de enfermedad se encuentra igual que cuando entró hace un año". "Solo pedimos -añade- unas horas de respiro para las familias cuidadoras, que fue razón de ser para la creación en su día de este centro, que no es solo un lugar para ir a jugar a las cartas y a pasar el rato".

Las familias explican que fue en octubre cuando en servicios sociales contactaron con ellas para, caso por caso, informarles de la decisión. "En esa entrevista -explica Lubián- nos dieron en mano un papel con los precios de residencias que, decían, se adaptaban mejor a la situación de los nuestros, como eran Sanxenxo y Ribadumia".