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Una medida impuesta por Europa con consecuencias imprevisibles

Galicia abandera el método químico de control de biotoxinas, pero aún confía en que se anule

»La comunidad autónoma se adaptó para responder a las imposiciones de Bruselas, a pesar de que no gustan »El sistema analítico de referencia ahora "es más lento que el bioensayo y no ofrece mayores garantías"

Galicia vuelve a dar ejemplo a nivel mundial en materia de control de biotoxinas marinas, y aunque el método químico impuesto por la Unión Europea no agrada a casi nadie, la comunidad autónoma hizo los deberes para implantarlo y seguir siendo una referencia en este ámbito.

Desde el pasado día 1 ese contestado sistema de análisis para la detección del fitoplancton portador de biotoxinas es el que manda -relegando a un segundo y residual plano al tradicional bioensayo en ratón-, de ahí que si bien la nueva medida no gusta, no quedaba otro remedio que adaptarse para aplicarla con totales garantías no solo para el consumidor, sino para el conjunto de los productores de las diferentes especies de moluscos.

Por esta razón, la Xunta invirtió una importante cantidad de dinero -cerca de un millón de euros- para adaptar los laboratorios del Instituto Tecnológico para el Control del Medio Marino (Intecmar), con sede en Vilaxoán (Vilagarcía).

Se hizo así, cabe insistir, a pesar de todas las reticencias y de que en las Consellerías de Sanidade y de Medio Rural e Mar, que desde el año 2009 se opusieron insistente y repetidamente al método químico, aún tienen la esperanza de que prosperen sus recursos y se frene esta metodología, manteniendo como principal la que funcionó en Galicia durante el último medio siglo, la del bioensayo en ratón.

Covadonga Salgado, la directora del Intecmar, compareció ayer ante los medios de comunicación para dar cuenta de todos los pasos dados desde que se supo que el método químico era la apuesta europea, a instancias de países con escasa producción que junto a algunos de sus laboratorios tenían un especial interés en aplicar este nuevo sistema de control, oficialmente conocido como cromatografía de líquidos con detector de espectrometría de masas (LC-MS/MS).

Lo que hizo Covadonga Salgado, básicamente, fue incidir en todo lo que ha publicado FARO DE VIGO en el último lustro, aferrándose a los informes presentados por Galicia en contra del método químico y dejando claro, aunque con la boca pequeña -por aquello de no generar excesiva alarma ni desasosiego-, que como se temía desde principio el nuevo sistema puede prolongar los cierres de bateas de mejillón cuando se detectan episodios tóxicos; algo que siempre advirtieron bateeiros como Javier Blanco, sin que le hicieran demasiado caso en su propio sector.

Y se cree que las prohibiciones de extracción en los polígonos bateeiros van a ser más continuadas en el tiempo porque el impuesto por la UE es un método "más lento que el bioensayo en ratón, además de resultar "mucho más costoso" y de "no ofrecer mayores garantías sanitarias" que el existente en las últimas décadas.

Así lo reiteró la directora del Intecmar, quien presumió del trabajo realizado para poner a punto los laboratorios e incorporar no uno, sino tres equipos -a razón de 250.000 euros cada uno- con los que tratar de lograr la mayor celeridad posible en la obtención de muestras mediante la aplicación del método químico, ya plenamente operativo.

Aún así, cabe insistir, el proceso va a ser más lento, ya que antes los ratones se inyectaban a las ocho de la tarde y los resultados no se conocían hasta 24 horas después, pero al menos los bateeiros, los mariscadores y el propio Intecmar podían consultar en cada momento cómo evolucionaban los animales, y si se apreciaba que se iban muriendo a causa de las biotoxinas podían saber que las zonas productoras muestreadas estaban afectadas e iban a cerrar, o incluso se cerraban cautelarmente, con lo cual los productores dejaban de extraer mejillón, berberecho o almeja. Ahora, con el método químico, ya no puede realizarse ese seguimiento de los ratones, así que habrá que espera las 24 horas reglamentarias para saber si hay cierres o no.

Esto puede suponer un considerable retraso en el proceso extractivo, y además puede hacer que aumenten los casos de partidas de producto extraído y enviado a la cadena de depuración y comercialización que es preciso devolver al mar si llegan los cierres por toxicidad.

Pero volviendo a lo apuntado ayer por Covadonga Salgado, cabe decir que recordó que cuando se formó el actual gobierno de la Xunta, en el año 2009, empezaron a presentarse informes de Mar y Sanidade en contra del método químico, acompañándolos de las gestiones y las peticiones expresas en este sentido formuladas por la conselleira Rosa Quintana y el presidente de la Xunta, Nuñez Feijóo.

Fue así como en abril de 2012 se presentó un recurso en contra del reglamento comunitario que impide el método químico, celebrándose vista oral en marzo de 2014, pero "a estas alturas aún no hubo respuesta ni sentencia de los tribunales de justicia europeos, por eso aún cabe la posibilidad de que se paralice el nuevo método", indicó Covadonga Salgado.

Por si no es así -y muy probablemente no será-, Galicia tomó medidas y se adaptó al sistema impuesto después de que en los últimos años convivieran el método químico y el biológico, realizándose infinidad de pruebas desde que en diciembre de 2010 se adquirió el primero de los tres equipos disponibles.

Fue a mediados de 2011 cuando se inició la validación interna en los laboratorios del Intecmar, y con la técnica ya validada se solicitó su acreditación, la cual se consiguió en febrero de 2013. Desde entonces hasta finales de 2014 se realizaron casi 4.000 analíticas con el nuevo método, constatándose que Galicia está preparada para utilizarlo, aunque siga sin gustar.

Ahora puede decirse que el método químico funciona ya como técnica de referencia para las toxinas lipofílicas, entre las que destacan en Galicia las diarreicas (DSP), que son tradicionalmente las más abundantes. El bioensayo, por su parte, queda reservado para la toxina paralizante (PSP) y la investigación de episodios emergentes, es decir, para detectar posibles toxinas nuevas.

Puede preguntarse el lector cuál es la diferencia sustancial entre los dos métodos. Covadonga Salgado lo explicó ayer utilizando una metáfora contundente, pues indicó que si de un control de alcoholemia en carretera se tratara el bioensayo serviría para determinar que el conductor ha bebido y no puede conducir, mientras que el método químico corroboraría ese mismo aspecto, pero además diferenciaría el tipo de bebidas alcohólicas que el conductor ha ingerido.

Aplicado esto a las biotoxinas marinas puede decirse que el método químico es mucho más conciso a la hora de determinar las causas de la contaminación de los productos. Los dos sistema detectan lo que popularmente se conoce como "marea roja", pero el nuevo es mucho más concreto o puntilloso en relación al tipo de toxicidad que la provoca, aunque eso se logra con más tiempo, de ahí que el retraso sea mayor para los sectores extractivos.

Esto justifica el hecho de que se adquirieran tres equipos -además de disolventes, reactivos y todo el material complementario preciso-, pues en Galicia se necesita realizar entre 35 y 40 muestras diarias, y con uno solo sería insuficiente.

Lo positivo de todo este proceso, destaca Covadonga Salgado, es que "el sector ya se adaptó al nuevo método", aunque cuesta mucho creer que esto pueda resultar un consuelo, sobre todo para los bateeiros, castigados hasta la saciedad por los episodios tóxicos durante los dos últimos ejercicios.

Pero es cuestión de aguantar el chaparrón y salir adelante aprovechando las ventajas que puede ofrecer un centro de referencia como el Intecmar, parecía querer decir su directora, pieza clave durante los últimos años en el proceso de oposición al control de la espectrometría de masas. Y es cierto que ni ella ni los demás representantes de Galicia y España lograron frenar el nuevo método, pero al menos consiguieron que se accediera a revisarlo para subsanar los errores que se habían detectado con el producto transformado, es decir, el de los cocederos y conserveras, que también han empezado a aplicar el nuevo sistema analítico a nivel privado.

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