Los desprendimientos detectados en algunas bateas y la intensidad del trabajo extractivo en las últimas semanas, desde que remitieron los episodios tóxicos, hacen que cada vez sean más los parques de cultivo de mejillón en los que se intensifica el proceso de "encordado", es decir, la colocación en las cuerdas de la mejilla, semilla o cría del molusco.

En las últimas semanas una buena cantidad de productores han dado por terminada ya la campaña actual y se han puesto manos a la obra con la siguiente, lo cual implica limpiar las cuerdas, adecentar o revisar el emparrillado y los bidones de las bateas y tomar precauciones para que estas estructuras superen los próximos temporales.

Una vez vacío y puesto a punto el vivero es momento de empezar a encordar, aunque bien es cierto que se trata de un proceso escalonado que se prolongará durante varios meses, ya que el sector irá encordando a medida que vaya vaciando las cuerdas, y siempre dependiendo del estado de las mareas y del tiempo reinante.

Para llevar a cabo este proceso los bateeiros peinan las rocas del litoral en las que extraen la mejilla, que suelen ser las más expuestas al oleaje y, en consecuencia, las mismas rompientes en las que se sitúa y desarrolla el percebe.

Esos minúsculos mejillones de uno o dos centímetros, conocidos como mejilla, se trasladan por tierra o por mar hasta las bateas de destino, donde se sujetan a las cuerdas mediante una fina red biodegradable.

Desdoble

Será dentro de cuatro o seis meses cuando esa mejilla alcance tamaños de entre 4,5 y 5,5 centímetros, y será entonces cuando se proceda a recoger las llamadas "cuerdas de cría".

Al haber aumentado notablemente su peso es preciso afrontar lo que se conoce como "desdoble", es decir, desenganchar toda la cría de las cuerdas en las que ha crecido y elaborar otras nuevas, pero de menor densidad.

Después el molusco vuelve a ser encordado para regresar al agua, pero tras haber repartido cada cuerda de cría en dos o tres diferentes, con lo que se permite que siga creciendo y se reduce el riesgo de desprendimientos a causa del peso.

Un año después, aunque esto depende de múltiples factores, y sobre todo de la ubicación de cada batea, el "mejillón de desdoble" alcanza el tamaño comercial, momento en el que se extrae para su venta al mercado de fresco o a la industria transformadora.