El cierre del campo de Boavista se acometió en la temporada 1975-76. El club, que sólo disponía de 30.000 pesetas que aportara para la causa una agraria de Sanxenxo, se encontró con la oferta de Evaristo Varela, un socio y empresario de Xil que aportó el ladrillo de su "fábrica dos Calixtos" en Dena "y esperaba tres años a cobrarlo -recuerda Castro-. Nos envió ocho camiones cargados y al final nos condonó toda la deuda". Eso sí, el empresario que era también acérrimo seguidor y socio de Pontevedra, ponía su condición: "Cuando le decía que Mulloni podía irse al Celta -recuerda Castro-, él me espetaba: ¡si no va al Pontevedra, olvídate del ladrillo!". El gesto sirvió para que el club nombrara a Evaristo Varela socio de honor y le concediera la insignia de oro: "Cuando se la puse antes en el centro del campo antes de un partido -rememora- no se le aguantaba en la chaqueta de punto y él emocionado me apremiaba: ¡rómpeme la chaqueta!.