La actividad arqueológica en la provincia de Pontevedra vuelve a retomarse en breve pues esta misma semana han concluido los exámenes para la formación del nuevo equipo que actuará en los más de quince castros, muchos de ellos en O Salnés y Ullán.

El de Besomaño, en Ribadumia, es hoy por hoy, el que marca la pauta, pues lleva tres años consecutivos de excavaciones y reconstrucción.

Pero el plan estratégico se fija en otros relevantes como el de Igrexa Vella, en Valga; Adro Vello, en O Grove; el de A Lanzada e incluso Castro Alobre. En todos ellos se han realizado actuaciones de limpieza para realzar las estructuras descubiertas.

Ahora será una nueva brigada de arqueología la que continúe los trabajos de recuperación de todos estos yacimientos, pues la bolsa de contratación ha sido abierta para los próximos dos años.

Esta brigada, junto a los nuevos técnicos -arqueólogos y restauradores- intervendrán en los espacios galaico-romanos de la provincia, con fines turísticos.

El plan abarca además los yacimientos de Castrolandín (Cuntis), Alto da Cruz (Cotobade), As Croas (Pontevedra), A Subidá (Marín), Facho de Donón (Cangas), Castro de Vigo, Punta do Muiño do Vento (Vigo), Troña (Ponteareas), Torroso (Mos), Coto de Altamira (As Neves), Alto dos Cubos (Tui) y la emblemática Santa Tegra, en el municipio de A Guarda.

Con todo, el equipo debe prestar especial atención al Monte do Castro, en Ribadumia, un espacio que se ha revelado como uno de los yacimientos más importantes de Galicia. Baste con subrayar que en estos momentos el poblado ocupa una superficie dos veces superior a la de Castro Landín, en Cuntis, donde también hay construcciones muy interesantes para los aficionados a la arqueología.

En el de Leiro (Ribadumia) se han exhumado nada menos que una veintena de espacios habitacionales, varias zonas metalúrgicas además de construcciones de almacenaje y estabulación.

Destaca, entre todas, una enorme casa-patio, más propia de castros asturianos, que está integrada por varias estancias que se distribuyen alrededor de un espacio al aire libre.

También es muy relevante la enorme muralla que cierra casi todo el perímetro del poblado, los fosos y parapetos, o el simple hecho de que todo el poblado haya sido construido en un promontorio artificial que obligó a mover millones de toneladas de jabre.

Junto a ello es preciso recordar que en el castro se han recopilado nada menos que 150.000 piezas, algunas de ellas de singular valor como la fíbula de los leones, la dolabra romana, el caldero de bronce, el cuenco fundacional o la piedra de toque.

La visita a este poblado, después de tres años de actuaciones, es muy recomendable en estos días de vacaciones.