Los técnicos forestales suelen recomendar encarecidamente la sustitución progresiva en los bosques de las especies de crecimiento rápido, como el pino y el eucalipto, por las frondosas, como el castaño, el roble o el cerezo. Pero este ideal está lejos de cumplirse en el monte gallego y también en el arousano.

En las masas forestales que gestionan las comunidades de montes de O Salnés la superficie dedicada a frondosas ni siquiera alcanza el cinco por ciento. Aunque los presidentes de estas entidades apuntan que no es por desinterés de los vecinos. Para los comuneros consultados por este periódico el pino y el eucalipto siguen siendo los reyes absolutos del monte arousano por una confluencia de factores, como la falta de apoyo económico y técnico de la Xunta de Galicia para la repoblación con especies de crecimiento lento.

El presidente de la agrupación de comunidades de montes de O Castrove, Claudio Quintillán plantea que "las comunidades de montes son grupos de voluntarios que gestionan los fondos de los vecinos y por lo tanto quieren todas las garantías para gestionar bien esos fondos". Es decir, mientras las plantaciones de pino y eucalipto permiten a las comunidades ingresar algo de dinero cada pocos años, las garantías que les ofrecen el roble o el castaño son menores, puesto que aunque la madera es más cara "las comunidades tampoco saben qué especie en concreto es mejor plantar y como evolucionará a medio y largo plazo la demanda de esa madera. Y eso es algo que los servicios técnicos de la Xunta deberían aclarar".

En el caso de O Castrove, según Quintillán hay unas 5.000 hectáreas, de las cuales entre un 60 y un 70 por ciento están dedicadas al eucalipto; entre un 25 y un 30 por ciento a pino; y el resto a frondosas. "Hay que tener en cuenta también que la superficie realmente apta para este tipo de árboles en O Castrove no supera el 25 por ciento del monte. En el resto de la sierra el suelo es poco hondo y pedregoso", añade el presidente de la Mancomunidade, que integra una docena de entidades.

El secretario de la comunidad de András, José Luis Tourís apunta por su parte que la sustitución de los cultivos se ve dificultada por las acuciantes necesidades económicas de las comunidades, que a menudo realizan obras colectivas en su parroquia, como traídas de agua, colectores para la recogida de fecales o arreglo de espacios públicos. "El discurso a favor de las frondosas está bien, pero al final las comunidades tienen muchos gastos y tienen que buscar su supervivencia económica. Y el eucalipto, por poner un ejemplo, en diez años te da una rentabilidad".

Además, Tourís cree que la Xunta de Galicia debería estimular el uso de las especies de crecimiento lento mediante la puesta en marcha de planes de ordenación forestal de grandes territorios. "De nada sirve que en nuestra parroquia quitemos todo el eucalipto si después estamos rodeados de él por los cuatro costados".

También Quintillán ha pedido en más de una ocasión planes supramunicipales. "Los incendios de 2006 fueron un punto de inflexión, y algunos dijimos que era el momento de hacer una planificación para toda la sierra y de optar más por ese tipo de plantaciones. Pero la Xunta no nos apoyó de modo que cada comunidad de montes fue haciendo lo que pudo. El hecho de que la administración no apoye tus propuestas también hace que cunda el desánimo".

Lo que sí se hizo en la vertiente pontevedresa de O Castrove fue "delimitar la zona del eucalipto, de modo que ahora hay mucho más pino que antes. Y también se hicieron algunas repoblaciones de castaños o robles". Una de las comunidades que forman parte de la sierra de O Castrove es la de Armenteira, que preside Antonino Martínez. Éste plantea que aunque el precio de la madera se ha estancado desde hace unos años, los vecinos pueden contar con ingresos casi cada año gracias al eucalipto y el pino, lo cual no sucede con otras especies. "Además hay que tener en cuenta que donde hay eucalipto es muy difícil, por no decir imposible, preparar el terreno para otro tipo de árboles".

Sin salir de Meis, el presidente de la comunidad de Paradela Eugenio Fernández apunta que "las comunidades de montes son como concellos pequeños, y necesitan liquidez para realizar obras". Esta entidad se nutre sobre todo del alquiler mensual de los terrenos que ocupan dos canteras, pero también tiene bosque. En su caso apostaron por el pino. "La Xunta debería ayudar más a las comunidades para plantar especies autóctonas porque tardan más en crecer".