El equipo de emergencias tardó cinco horas en achicar garajes, retirar coches y bolsas de agua

Protección Civil duplicó sus efectivos para afrontar toda una madrugada de trabajo E Aparte de bajos anegados, el aguacero también provocó cortes de calles E Un operario se quedó semienterrado en las obras de A Tripeira

Los vecinos del número 67 de Rodrigo de Mendoza tuvieron que sacar los coches del garaje.  // Noé Parga

Los vecinos del número 67 de Rodrigo de Mendoza tuvieron que sacar los coches del garaje. // Noé Parga

MARÍA LÓPEZ N VILAGARCÍA

No fueron las inundaciones de aquel fatídico 27 de noviembre de 2006, aunque por un momento pareciese que la historia pudiera volver a repetirse. Con todo, las calles de Vilagarcía volvieron a anegarse. El impresionante aguacero que cayó durante una hora la noche del lunes puso en jaque al Servicio de Emergencias, que tuvo que solicitar refuerzos (pasó de 3 a 7 efectivos) para poder hacer frente a todas las intervenciones que demandaban los vecinos a consecuencia de garajes inundados, coches cubiertos por el agua, viales intransitables, bolsas de agua, etc. Incluso fueron requeridos para rescatar, junto a los bomberos, a un operario que se había quedado semienterrado en el fango de una zanja de tres metros de profundidad en las obras de canalización del río A Tripeira.

Estos hechos ocurrieron a las 1,59 horas al final de la calle que termina en la plaza de la estación. El operario, vecino de la calle Escardia y de 28 años, se encontraba en una zanja, donde había una tubería de la que manaba una gran cantidad agua. Por motivos que Protección Civil desconoce, el operario se cayó y quedó atrapado en el fango hasta la cintura. Los efectivos cavaron con palas para rescatarlo. A continuación el operario fue atendido in situ por el 061 pero no quiso ir al hospital.

El periodo de mayor intensidad de las labores para subsanar los efectos de las inundaciones fue el comprendido entre las diez de la noche y las tres de la madrugada, según precisan fuentes de Protección Civil. No obstante, las tareas se prolongaron hasta entrada la mañana.

Prueba de ello fue un garaje de los números 118-120 de Rosalía de Castro, donde al agua superó los 30 centímetros de altura. "A las seis de la mañana los compañeros seguían achicando", apunta un efectivo de Emergencias. El cuantioso tiempo invertido en este subterráneo se debió a sus grandes dimensiones, no tanto al agua acumulada. Además, la bomba de achique no funcionaba, lo que dificultó la evacuación del agua. Los propietarios de los vehículos se pusieron manos a la obra.

El inmueble donde el agua alcanzó un mayor nivel fue el de Frutas Lozano, en O Rial. Los dueños retiraron la fruta a tiempo, por lo que no hubo que lamentar grandes daños materiales ni personales pese al metro y medio que llegó a subir el nivel. La calle donde se ubica ese bajo, estuvo completamente anegada.

En la zona de O Preguntoiro (Vilaxoán) se generaron importantes bolsas de agua que hubo que vaciar, al igual que en otros muchos puntos del municipio, como en la avenida de A Mariña o Agustín Romero, entre otros viales.

Aparte del cruce entre Conde Vallellano y Arzobispo Lago (en el centro), otro de los enclaves más afectados fue O Freixo, donde la grúa tuvo que retirar dos coches que estaban estacionados en la calle porque el agua alcanzaba el capó.

En el vial de acceso al barrio de A Torre, la avenida López Ballesteros, albergó tal cantidad de agua que tuvo que cortarse al tráfico ya a las once de la noche, lo que obligó a los conductores a dar vuelta. "Había 40 o 50 centímetros de agua", apuntan desde Protección Civil. A las tres de la madrugada se reanudó la circulación.

La estampa de alcantarillas desbordadas y tragantes que no daban abasto se podía ver por distintos puntos de la ciudad. Desde el equipo de Emergencias de Vilagarcía destacan que la importante labor realizada en la extinción de los incendios -rápida intervención para que el fuego no quemase arbolado- impidió que se repitiesen las inundaciones de 2006.

Salvador Padín es un joven de 28 años residente en la calle de A Escardia que trabaja como operario de mantenimiento en las obras de canalización de A Tripeira, el río que baja desde Guillán hasta desembocar en la playa de A Concha.

Aunque este joven tiene turno de noche -se encarga de que las bombas de agua funcionen correctamente-, los operarios que ejecutan la obra siempre trabajan de día, afirma.

A las dos de la madrugada de ayer, Salvador relata que iba a limpiar una bomba que estaba atascada y se quedó atrapado en el lodo. "Estaba en un foso, a un lado había tierra húmeda. Salté de un paso de la escalera al fango y me quedé semienterrado, pero no pasó nada, todo se quedó en un susto", apunta el operario.

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