El aprendiz de mecánico que inventa coches
Francisco Outeda fue piloto y constructor de los primeros vehículos de carreras de montaña que se hicieron en Galicia
ANXO MARTÍNEZ N MEIS
Francisco Outeda Rodiño nació en 1946 en San Lourenzo de Nogueira (Meis), en una casa situada junto a la carretera de Vilagarcía a Pontevedra. En aquella época el vial era poco más ancho que un camino y los coches pasaban muy de tanto en tanto. "Los niños incluso jugaban al fútbol en la carretera", recuerda.
Pero a Paco Outeda, como hoy le conocen todos, le interesaba poco el fútbol. Lo suyo era la mecánica. "Cuando un coche se averiaba en la carretera iba corriendo para ver como lo arreglaban. Y me pasaba el día apretando los tornillos de la bicicleta que tenía mi padre".
Síntomas de una vocación temprana que, pasados los años, lo convertiría en el primer piloto gallego de karts, en promotor de competiciones de motor y del circuito de Meis, que fue durante años el único de Galicia, y en fabricante de coches de carreras de montaña.
Hoy tiene un taller en San Lourenzo -después de la recta de A Goulla, sentido Pontevedra-, con dos pequeños galpones separados por la carretera que vio nacer su vocación, y que él cruza varias veces al día. En uno de ellos tiene tres coches "fórmula" suyos, que comparten espacio con un motocarro de 1957 reconstruido de unas pocas piezas encontradas en una chatarrería, una reproducción de una de sus primeras motos, una Guzzi roja, una vieja funda de cuero de cuando era piloto, multitud de trofeos o una fotografía en blanco y negro de una calle de Pontevedra por la que pasó una carrera de karts que él mismo organizó. En el otro se amontonan los vehículos en los que trabaja. Algunos son por ahora solo un esqueleto de barras de acero, mientras que otros ya tienen la carrocería montada, y de otros sale una compleja maraña de cables.
A sus 67 años, Francisco Outeda mantiene intacta su pasión por el mundo del motor y la mecánica. Una pasión que, como él recuerda, empezó a tomar forma a raíz de un accidente de tráfico.
A finales de los años 50 el Circo Americano había dado unas funciones en Pontevedra. Al acabar, la caravana se trasladó a Vilagarcía. Pero a la altura de San Lourenzo, el coche taller, que también llevaba un remolque volcó y se incendió en un maizal de los padres de Outeda.
La finca quedó sembrada de trompetas de payasos, de los zancos de palo que utilizaban los equilibristas? y de docenas de herramientas de mecánico "que no había visto en toda mi vida y que ni siquiera imaginaba que existiesen", recuerda Outeda.
Metió las herramientas en casa y se puso a arreglar bicicletas por las tardes, después del colegio. Pronto cogió fama. Un día un vecino de Romai le dio 1.000 pesetas para que comprase una bicicleta que necesitaba para ir a trabajar, y Outeda se fue a Vigo en un camión de transporte de leche de Larsa. "En aquella época la gente primero compraba la bicicleta y después, cuando ahorraba algo, le metía la dinamo de la luz. Pero a mí el de Romai ya me dijo que la trajese con luz".
Al terminar la educación básica, sus padres, viendo su afición, le matriculan en un instituto de Vilagarcía para que aprendiese mecánica. Pero él no servía para alumno aventajado. "Fui un día, y como me pusieron a limar al día siguiente ya no volví".
Era un adolescente inquieto, y con solo 14 años colgó en la parra de la casa paterna un cartel que ponía "Ciclos Outeda". Fue su primera empresa, y además de bicicletas empezó a trabajar con motos. Mientras, para formarse entró como aprendiz en el taller de la Casa Moral de Pontevedra, que entonces hacía motocicletas artesanales con piezas traídas de Gran Bretaña y Portugal. "No ganaba un duro. Iba en el coche de línea, comía un bocadillo y me volvía por la tarde". Echó así seis meses, y esa fue su escuela de mecánica.
Luego le tocó hacer el Servicio Militar en África, y poco después tomó una de las decisiones más importantes de su vida, la de hacerse piloto.
Su primer coche fue un Seat 600, y luego tuvo un Seat 850 Coupé y un Renault Alpine, "que era un pata negra". Monta un negocio de maquinaria agrícola en Meis y empieza a correr. Debutó como piloto en 1971, en la primera edición de la subida al monte Almofrei, en Cotobade.
Outeda vivía para el automovilismo, un deporte que por aquel entonces era absolutamente minoritario en Galicia. "Compré un kart y como no había campeonato en Galicia tenía que correr en el de Castilla y León. El sitio más próximo que tenía para competir era Medina del Campo". En 1981 alcanza su mayor éxito deportivo, al alzarse con el subcampeonato de España de kárting en resistencia en Santos de Loumosa (Madrid).
Mientras, y viendo el escaso arraigo que el automovilismo tenía en Galicia se convierte él mismo en promotor de competiciones, y organiza pruebas en Pontevedra, Vilagarcía o Meis, donde corrió un campeón de España de kárting, Alfonso García.
Asimismo se empeñó en conseguir un circuito de karts en Galicia, y en 1990 vio su sueño convertido en realidad. Se ubicó en su San Lourenzo natal "y Mariano Rajoy estuvo en la inauguración". Outeda recuerda con orgullo aquellos años en los que luchó tanto por promover al deporte del motor en Galicia, aunque el final fue agridulce.
El circuito desapareció por las obras del macronudo de Curro y la autovía a Vilagarcía, y afirma estar "desencantado" con la Federación Galega de Automovilismo. "Es increíble que en Galicia no haya un circuito y que no se apoye más este deporte". Y en 2000 nace la escudería Outeda Racing con la fabricación de su primera "barqueta". "Llevaba un motor de moto de 200 caballos, y fue la primera que se hizo en España".
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