La Mancomunidade de Arousa Norte, es decir, el órgano supramunicipal que forman las localidades de Rianxo, Boiro, A Pobra do Caramiñal y Ribeira, presenta la isla de Sálvora como "el diamante que la ría de Arousa añade al Parque Nacional de las Illas Atlánticas".

Y es que este espacio situado en la boca de la ría, resguardando a los arousanos de los más duros temporales y protegiendo sus aguas de las embestidas del Atlántico, no es solo la cuarta isla más grande de Galicia, sino también uno de los espacios naturales y paisajísticos que gozan de mayor atractivo.

A pesar de ello, el carácter "privado" que mantuvo durante tanto tiempo la convirtieron, quizás, en una gran desconocida, de ahí que su presencia mediática y su repercusión promocional y turística fuera siempre menos relevante que la de islas como Cíes, Ons e incluso Cortegada.

Pero Sálvora y el archipiélago al que da nombre, prácticamente "a tiro de piedra" desde la península de O Grove y acantilados como los de Con Negro, constituyen un espacio agreste, prácticamente virgen, que vale la pena descubrir y disfrutar, de ahí que cada vez cobren mayor importancia las excursiones o visitas guiadas organizadas a este espacio por entidades privadas y administraciones públicas.

Separada de tierra firme por unos 3 kilómetros y con una superficie de casi 190 hectáreas, Sálvora se caracteriza por su suelo rocoso, pero también por la existencia de un emblemático faro, que ha salvado muchas vidas a lo largo de la historia, y la presencia de tres playas de arena blanca y fina.

Junto a islotes tan populares como Noro, esta isla adscrita a la parroquia ribeirense de Aguiño, fue adquirida en 2007 por la desaparecida Caixa Galicia -por 8,5 millones de euros-, siendo posteriormente comprada por el Ministerio de Medio Ambiente junto a Vionta y Noro. Tras ese proceso administrativo la Xunta figura como titular de Sálvora -desde el 1 de julio de 2008-, iniciando así, junto al Estado central, el proceso de rehabilitación.

El objetivo es dar a conocer este espacio que preside la boca de Arousa y facilitar su disfrute a los ciudadanos, que de este modo van a tener muchas más facilidades para acceder a un espacio que además de sus indudables valores naturales destaca por los acontecimientos históricos que lo rodean.

Volviendo a los planteamientos de Arousa Norte, cabe citar que "en el año 899 el rey Alfonso II donó Sálvora al Cabildo Catedralicio de Santiago, que la reclama con el fin de obtener recursos para su sustento. Esta donación, que incluía Ons, Tambo, Arousa, Cíes y Framio, fue confirmada por Ordoño II al obispo Sisnando en el año 911. Ya en el año 1120 la isla fue invadida por naves sarracenas que se refugiaron en ella esperando refuerzos cuando se disponían a invadir estas tierras, más la tardanza de aquella ayuda, hizo que los navíos cristianos enviados por orden del arzobispo de Santiago se apoderasen de las naves invasoras, frenando por largo tiempo estas incursiones".

En 1770, añade Arousa Norte, "el comerciante coruñés Jerónimo de Hijosa instaló por poder una fábrica de secado y salazón de pescado, a la que en 1960 se añadieron dos torres y almenas, y hoy es conocida como O Almacén, siendo la primera factoría de salazón de Galicia".

Durante las décadas posteriores se produjeron otros muchos acontecimientos que, por su calado y trascendencia, también forman parte de los libros de historia, y desde luego vale la pena conocerlos, para entender mejor todo cuanto rodea al pasado de los arousanos.

Pero en esta ocasión hay que saltarse esos capítulos y situar el lector en 1862, que es cuando el Ministerio de Obras Públicas construye el faro de la isla. Y de esa época cabe pasar a 1904, cuando Sálvora fue expropiada por el Estado, que construyó un vial interior, un pequeño muelle y el faro actual, inaugurado en 1921.

Arousa Norte explica que el Estado construyó entonces "un pequeño muelle en la playa del Almacén, frente a la taberna que el ya marqués consorte de Revilla, más tarde, convirtió en Capela de Santa Catalina".

Ya en 1958 "la familia Otero-Goyanes recuperó la propiedad de la isla, junto con los islotes de Vionta y Noro, estando la isla libre de cargas fiscales y siendo el precio de compra al Estado Español de 1.293.758 pesetas de la época. Joaquín Otero Goyanes, general auditor de la Armada, consiguió una concesión de los bienes del Estado, en régimen de usufructo, por 99 años, que en la práctica por las condiciones de la concesión, supuso una cesión de titularidad de playas, caminos y fuentes, que en seis ocasiones fue ratificada por los tribunales".

Las historia añade que en 1960 Joaquín Otero "reconstruyó la Fonte da Telleira, llamándola Fonte de Santa Catalina, adornada con los peldaños de la escalera de caracol del faro viejo, mientras que otros restos fueron empleados en las torres añadidas al almacén y en un lavadero".

Por aquel entonces también se transportó un tractor a la isla arousana, al tiempo que se instalaba un generador eléctrico. Pero la Mancomunidad de Arousa Norte aclara que "poco durarían ya los colonos, que reclamados por la instalación en tierra de industrias propiedad de la familia, decidieron irse a vivir al continente; si bien es cierto que, aún así, el último habitante abandonó la aldea en 1972".

Y esta es, de manera muy resumida, la historia que rodea a esta para muchos desconocida isla, bañada por aguas del Atlántico y la ría de Arousa.

Una isla, no cabe duda, hacia la que poco a poco van tendiéndose más puentes, aunque se trate de puentes virtuales, sustentados tanto en rutas de senderismo como en excursiones guiadas o expediciones científicas y ornitológicas. Todo ello representa, no cabe duda, acontecimientos o propuestas que, en la práctica, sirven para descubrir cada día un poco más este agreste y a la vez enigmático territorio insular.

Una de las claves del éxito del Parque Nacional de las Illas Atlánticas radica en la importancia de la flora y la fauna en cada uno de los espacios que integran ese espacio marítimo-terrestre. Y en este sentido, la isla de Sálvora juega un papel destacado, sobre todo debido a que durante décadas ha sido un territorio inalcanzable para la mayoría de los ciudadanos, y por tanto no se ha visto afectado de manera llamativa por la actividad humana.

Parques Nacionales destaca que la luz y las olas, junto con la profundidad y las características del sustrato, condicionan la distribución de la flora marina, mientras que al analizar la flora terrestre hay que tener presente la presencia de playas y dunas "que obligan a las plantas a presentar especiales adaptaciones, como colores claros que reflejen la luz, raíces muy profundas o bulbos de reserva de agua. Son plantas de distribución muy restringida y de protección obligada, siendo el barrón, la azucena de mar y el alhelí de mar algunas de las especies representativas", sin olvidar al perejil de mar, la manzanilla marina y la Angelica pachycarpa, "como planta exclusiva del noroeste peninsular, asociada a los acantilados frecuentados por colonias de gaviotas". Respecto a la fauna, puede citarse a la gaviota patiamarilla, el cormorán moñudo, gaviota sombría, el paíño europeo y aves invernantes o en paso migratorio como el cormorán grande, alcatraz, pardela balear, alca común y arao común.