El viento se encarga de regenerar poco a poco el cordón dunar de A Lanzada, por el que hasta finales de los años noventa transitaba la antigua carretera comarcal, que prácticamente se bañaba en las aguas de esta emblemática playa.

Una vez retirado ese trazado y construido el actual -los cuatro carriles paralelos a la ensenada de O Vao- la naturaleza se abre camino y se ocupa de que las dunas y su vegetación crezcan cada vez más, lo cual, lógicamente, favorece también a las especies animales.

No es extraño que el chorlitejo patinegro, del que tanto se habló el año pasado, se encuentre cada vez más cómodo en este territorio. Ni tampoco sorprende que la belleza de las dunas y todo cuanto las rodea despierte cada vez mayor expectación y atracción turística.

A simple vista puede apreciarse la recuperación de este espacio, y más aún si se compara con el estado que presentaba hasta que en 1995 comenzaba el plan de recuperación del mismo, el cual se dividió en varias fases diferentes, la última hace solo un par de años.

Es cierto que aún quedan amenazas, casi todas relacionadas con la acción del hombre, que en ocasiones "roba" arena a las dunas con ayuda de capazos e incluso remolques, que arroja basura indiscriminadamente o que pisa el cordón dunar sin importarle el daño que está causando al medio ambiente.

Pero también es verdad, cabe insistir, que la situación ha cambiado mucho, que cada vez hay mayor concienciación social y, en definitiva, que este espacio natural protegido y privilegiado puede seguir así por mucho tiempo.

Es, para quien no lo conozca, un cordón dunar con alrededor de tres kilómetros de longitud y un ancho medio de 500 metros, aunque llega a tener una anchura máxima de mil.

Su superficie se divide entre el sistema dunar primario y secundario, con 102.800 metros cuadrados, y el sistema terciario, de 986.000 metros cuadrados.

En el Ministerio de Medio Ambiente lo presentan como "uno de los ecosistemas dunares más representativos del litoral gallego; situado en la bocana de la ría de Arousa, con orientación noroeste-suroeste, el istmo arenoso de A Lanzada es parte del tómbolo de O Grove, que cierra la ensenada somera de O Vao, cuyo avanzado proceso de colmatación produce la retirada de las aguas en la bajamar".

Gran parte de su importancia, y de ahí que su regeneración natural deba considerarse un éxito, radica en que "aquí se encuentran todos los hábitats propios de un sistema dunar, con una playa abierta al Atlántico y a los vientos del sudoeste que recibe abundantes aportes de materia orgánica que se acumula por encima de la línea de pleamar".

Asimismo, en Medio Ambiente destacan el hecho de que en este sistema dunar "aparecen comunidades vegetales nitrófilas, con plantas como la oruga de mar, la arenaria de mar y la péplide, que sufre un agudo proceso de rarificación en la costa gallega".

Las mismas fuentes destacan que la duna primaria "está dominada por una formación de grama marina con lechetreznas y corregüelas, mientras que allí donde el perfil se eleva arraiga el barrón, dando lugar a la duna secundaria o blanca".

Ambas, la duna primaria y la secundaria, "forman una franja continua y paralela a la línea de costa occidental del istmo".

Tras esa primera "barrera" se sucede una basta extensión en la que destacan las dunas semifijas. En el Ministerio hacen especial hincapié en las "magníficas comunidades de duna gris o terciaria", y apuntan que en la cara sur del aparcamiento central de A Lanzada "las formaciones de duna gris se alternan con diversas depresiones en las que aflora el nivel freático".

En este sentido, puntualizan que "puede tratarse de encharcamientos temporales, que dan lugar a juncales, o permanentes, donde se sitúa un carrizal con espadañas y, en algunos puntos, la rara masiega".

En definitiva, que el istmo de A Lanzada y el sistema dunar de que dispone, que en esta época del año presenta un atractivo muy especial gracias a la gran cantidad de pequeños humedales formados en su interior, constituyen un espacio que vale la pena preservar. Y el estado que presentan sus dunas y la vegetación de las mismas parecen indicar que esa preservación avanza por el buen camino.