El kiwi de O Salnés se hace mayor de edad
La fruta empezó a cultivarse en la comarca arousana hace dos décadas. La presente campaña empieza a mediados de noviembre

En la imagen superior Antonio Vila. Abajo, su hijo, en una parra de kiwi. // J.L.Oubiña
ANXO MARTÍNEZ - RIBADUMIA
Antonio Vila Alfonsín y Carmen Abal Cancelo tenían un par de fincas a orillas del río Umia en las que no se daba prácticamente nada. Entonces, vieron que unos agricultores vecinos empezaban a plantar unos arbustos todavía poco conocidos en O Salnés. El kiwi de Nueva Zelanda ya se consumía desde hacía tiempo, pero su producción en Galicia era aún muy residual.
Con el tiempo, el matrimonio vio que las plantaciones de kiwi de O Salnés iban hacia arriba, y los técnicos de Horsal, cooperativa a la que pertenecían, les animaron a intentarlo. Plantaron entonces 1.650 metros cuadrados de kiwi. Fue a mediados de la década de los noventa y Antonio Vila Alfonsín y Carmen Abal Cancelo fueron "los terceros o cuartos" productores de kiwi de la zona.

El kiwi de O Salnés se hace mayor de edad
Quince años después, algunos de los pioneros que les precedieron han cortado sus arbustos, mientras que ellos han ampliado sus explotaciones. En la actualidad dedican al kiwi unos 5.000 metros cuadrados de terreno, distribuidos en dos fincas, ambas en el municipio de Ribadumia, donde viven. Además, tienen relevo generacional, pues su hijo Rubén Vila Abal, de 35 años, trabaja en las viñas y el campo.
"Cuando empezamos yo trabajaba fuera y pensé que el kiwi sería una ayuda para lo que se quita del campo", cuenta Antonio Vila, que trabajó en una empresa de construcción de carreteras hasta su jubilación. Las primeras plantaciones eran distintas a las actuales; entonces, los arbustos se apoyaban en unos postes de cruz. En la actualidad, la mayoría de las explotaciones son como parras de vino, solo que de ellas no cuelgan racimos de uva, sino manojos de una fruta muy apreciada por sus altos contenidos de fibra y vitamina C. "Es una fruta buenísima", sostiene Antonio Vila.
Otra ventaja de este cultivo es que no exige una dedicación excesiva. "Pide abono, riego y pasar de vez en cuando la desbrozadora", explica el ribadumiense. Eso sí, con el riego hay que ser constante -"en verano hay que regar un poco todos los días, salvo que llueva mucho"- y pide cierta maña a la hora de podar. "La poda sí que da trabajo, porque el kiwi da mucha leña", afirma Antonio Vila. Él sigue ocupándose de esta tarea en la explotación familiar, y este año le llevó una semana de faena. Además, la poda exige mimo. "Generalmente, la rama que brota en el año se deja, y la que dio el fruto es la que se corta".
Los restos de madera más pequeños los tritura; y los más grandes hacen leña. "Cuando lo echas al fuego es como gasolina, y con ella salen unos asados de carne exquisitos", asegura. También es árduo el trabajo de recolección.
La primavera y el verano pasados, más lluviosos de lo normal, fueron terribles para la viña y muchas legumbres y hortalizas. Al kiwi, sin embargo, le vino bien el agua. Rubén Vila afirma que la presente campaña es buena. "El tamaño del fruto es muy bueno, y también se ve bastante producción".
Aunque la campaña no sea tan generosa como la histórica de 2009, cuando esta familia de Ribadumia recogió 8.000 kilos, también se espera que sea mejor que las de 2010 y 2011. El último año, los Vila Abal recogieron cinco toneladas y media, y éste cuentan con sacar unas seis.
La propia familia se basta para la recolección, y si el tiempo acompaña terminan en unos cuatro días. Por el momento todavía no saben cuándo comenzará la vendimia -eso depende de los muestreos de azúcar que periódicamente realizan los técnicos de Horsal, a la que ahora pertenece Rubén Vila-, pero calculan que será entre mediados y finales del mes que viene.
A Antonio Vila le gusta el kiwi, y dice que "aún no sé si el gallego será mejor que el de Nueva Zelanda o Chile". Una duda que se convierte en certeza absoluta cuando se le pide que compare la fruta gallega con la de Italia o Francia. "No hay ni punto de comparación. El de fuera no sabe a nada. Hay una diferencia muy, muy grande. Además, nuestro kiwi es totalmente ecológico porque no lleva producto fitosanitario ninguno".
En estos momentos el kiwi que hay en los supermercados y fruterías procede mayoritariamente de Nueva Zelanda -donde se inventó este cultivo- y Chile. A partir de noviembre o diciembre, sin embargo, la producción del hemisferio sur empieza a decaer, y los consumidores se encuentran con fruta española, francesa o italiana. Estos últimos son los más feroces rivales del kiwi gallego, pues tienen explotaciones enormes -el volumen de producción de Italia es 40 veces mayor que el español- y esto se traduce en unos precios finales sensiblemente más bajos.
El precio que cobran los agricultores por la fruta oscila mucho, aunque en el caso de la última campaña rondó los 60 céntimos el kilo en el caso de los ejemplares más grandes. Después, en las cestas de una frutería pueden llegar a los dos euros el kilo en plena temporada. El italiano, sin embargo, se consigue por prácticamente la mitad. Aunque para los productores gallegos "a veces lo barato sale caro porque nadie da duros por cuatro pesetas".
La recolección en O Salnés empieza dentro de unas semanas. Este año se presume bueno, pues en las parras se ven piñas generosas de fruta, y de buen tamaño. Hay una treintena de productores con explotaciones grandes, y muchos de ellos trabajan con Horsal, cooperativa de Cambados que está orgullosa de su kiwi ecológico.
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