Las ondas y las frecuencias de radio permitieron que las voces de los estudiantes del instituto Armando Cotarelo Valledor, de Vilaxoán, llegasen hasta Polonia, Alemania y Holanda, así como a distintos puntos de la Península Ibérica. Fue gracias a una sesión de radiotransmisión organizada por la Asociación de Radioaficionados de Padrón (Asorapa), que cuenta con varios integrantes en Vilagarcía.

Para una generación que ve en el correo electrónico y en los mensajes de texto un pan de cada día que incluso empieza ya a estar revenido, acercarse a las transmisiones de radio es, casi, algo de otro mundo. Los estudiantes de Vilaxoán no fueron una excepción, y ayer se asombraron viendo el funcionamiento de la emisora que Miguel Ángel Ruano, vilagarciano miembro de Asorapa, llevó hasta su centro.

Las comunicaciones por radio dependen en gran medida de la luz del sol. Existen bandas que tan solo pueden utilizarse durante la noche, y otras que funcionan mejor o peor según sea la incidencia de los rayos solares. Igual que sucede con la meteorología, existen modelos de predicción y partes que predicen cuales van a ser las condiciones de las bandas de radio. "Pero igual que sucede con el tiempo, siempre hay cosas que se nos escapan, y ayer tuvimos algunas dificultades para utilizar las bandas que teníamos previstas". Lo explica Ruano, que tuvo que hacer frente a los imprevistos y buscar otras frecuencias.

La paciencia es una de las virtudes que los radioaficionados más destacan. Y es que para establecer comunicación con otra emisora, en ocasiones es necesario buscar y esperar mucho. Fue lo que ayer pudieron comprobar los estudiantes de Vilaxoán, que pese a los inconvenientes se entusiasmaron al comprobar cómo el esfuerzo valía la pena.

Los chicos pudieron conversar con un profesor de instituto catalán, que se interesó por la serie de charlas que Asorapa imparte por distintos centros de enseñanza. Pero el momento de máxima expectación llegó cuando los jóvenes descubrieron la posibilidad de enviar imágenes a través de las ondas.

Desde Alemania y Holanda llegaron a Vilaxoán fotografías de radioaficionados. Empleando tecnologías como la televisiva de barrido lento (SSTV) las imágenes fijas pueden descomponerse en píxeles, a los que se asigna una frecuencia de sonido. Eso, acompañado de un código de sincronismo "para que salga recta", es lo que se envía a través de las frecuencias de radio "como si fuese voz, y puede llegar a donde sea".

Con este tipo de sesiones, Ruano y su colectivo quieren mostrar a los jóvenes una actividad "que además sirve para practicar idiomas". El inglés es el más utilizado, pero no el único, y el radioaficionado constata que en sus comunicaciones el italiano y el francés están a la orden del día. Los aficionados a la radioescucha (que requiere de un aparato que puede ser adquirido por unos mil euros) suelen además fabricar sus propias antenas, "y siempre estamos experimentando con micrófonos y circuitos nuevos". Algo que Ruano cree resulta "educativo y enriquecedor", porque demuestra "todo lo que puede hacer uno mismo".