Muchos se preguntarán qué ha sido de los burros fariñeiros que llegaron a la isla de A Toxa en septiembre. Habrá quien no sepa cómo les va a Emilia y Pardo –que así se llaman los pollinos– después de que se conociera la triste noticia de que ella no estaba preñada. Incluso puede que algunos quieran saber qué ha sido de aquel proyecto de recuperación del Equus asinus promovido por el Concello de O Grove.

Pues bien, tanto Emilia como Pardo siguen en buen estado, se mantienen en la lujosa parcela de 12.000 metros cuadrados que les preparó el Concello de O Grove en la entrada de la isla estandarte del turismo en Galicia y viven a cuero de rey.

De estos borricos puede decirse que no entienden de crisis, que no conocen a la prima de riesgo y que tampoco saben nada del incremento del paro.

Ayer, sin ir más lejos, fueron sorprendidos el concejal de Medio Ambiente y el técnico de su departamento, Alfredo Bea y Francisco Meis, respectivamente, mientras daban de comer a los animales.

Y no puede decirse que sea algo extraordinario, sino que tanto uno como otro acuden con cierta frecuencia a esta parcela de A Toxa para ver cómo están los animales y tratar de mantenerlos bien atendidos.

En la parcela tienen alimento abundante, pero a mayores se les facilitan aportes alimenticios extra especialmente importantes en épocas de frío como la actual y se les garantiza agua limpia en abundancia de forma permanente.

El objetivo es que no les falte de nada y sigan viviendo como los burros más ricos de España en una isla idílica en la que, tarde o temprano, tendrán que reproducirse, pues de lo contrario el proyecto de recuperación del Equus asinus no estará del todo completo.

Cuando nazca el retoño, al que se llamará Bazán, puede que se organice incluso una fiesta por todo lo alto, pues no hay que olvidar que a pesar del poco tiempo que llevan en O Grove estos borricos se han convertido en un aliciente turístico y natural añadido a las habituales potencialidades de la península meca.