Vistos a lo lejos, los alumnos de la provincia que ayer tomaron la playa grovense de A Lanzada parecían una colonia de hormigas. Como ellas, los jóvenes también derrocharon imaginación y trabajo, aunque en el caso de los adolescentes salpicándolo todo con una importante dosis de diversión.

Fueron cerca de 600 escolares de siete centros de enseñanza de la provincia los que participaron de esta séptima edición de "Creación y convivencia en la playa de A Lanzada", una actividad impulsada por el Instituto Monte da Vila (O Grove) que consiste en esculpir esculturas de arena relacionadas cada año con un tema diferente.

Los seres mitológicos o los juegos de mesa de ediciones anteriores dejaron paso esta vez a los elementos o motivos de celebración en cualquiera de sus expresiones o tipos, y se eligió este tema central por aquello de conmemorarse el 25 aniversario del instituto grovense que organiza el evento.

De ahí que paquetes regalo, tartas, velas de arena y figuras que no son fáciles de explicar ni de entender se levantaran poco a poco sobre A Lanzada, y todo en una mañana soleada que dio mayor esplendor si cabe a este encuentro juvenil y estudiantil.

Los adolescentes del CPI de Mondariz y de los institutos Val Miñor (Nigrán), María Soliño (Cangas), Armando Cotarelo Valledor (Vilagarcía), Xunqueira II (Pontevedra), del IES Sanxenxo y del IES de Poio, lógicamente junto con los del Instituto Monte da Vila, fueron los encargados de dar vida a esas esculturas que el viento y las mareas se encargan de desintegrar para devolver a A Lanzada ese aspecto habitual que la convierten en una de las playas más importantes de España.

Pero ayer, durante unas horas, el emblemático arenal que desde hace más de dos décadas luce la Bandera Azul, verano tras verano, se convirtió en un gran banco de pruebas o en una especie de aula educativa al aire libre.

Los niños de los diferentes institutos, compitieron, pero también se conocieron y convivieron, que era, a la postre, el gran objetivo de la cita organizada por el Instituto Monte da Vila.

Unos y otros disfrutaron de una mañana de convivencia, confraternidad, diversión y trabajo, armándose en ocasiones de mucha paciencia para levantar poco a poco las esculturas que previamente habían imaginado, aunque no es menos cierto que en algunos casos el resultado final poco tenía que ver con el boceto original.

Una vez superada esta cita, todas las miradas se centran ahora en el almuerzo de confraternidad que está previsto desarrollar hoy, también para conmemorar el 25 aniversario del Instituto Monte da Vila. Antiguos alumnos y profesores comparten mesa y mantel con los actuales.