El tripartito cerró filas y la oposición, que participó en la elaboración, se subió al carro para zanjar un asunto que reclamaba soluciones desde hace décadas. La corporación municipal de O Grove aprobó por unanimidad –por extraño que parezca– la ordenanza municipal reguladora de la venta de collares y otros ornatos personales realizados con conchas marinas.

Esto es tanto como decir que ya hay un reglamento disponible para regular la actividad de la collareiras que operan tanto en A Toxa como en la zona portuaria. Tras el pleno celebrado anoche se pone sobre la mesa un articulado en el que determinar sin margen de error posible qué artículos pueden vender, dónde hacerlo, cómo y bajo qué condiciones.

Finalmente la corporación hizo un frente común y el tripartito salvó una importante crisis, para decepción de algunas collareiras que en el último momento decidieron constituirse en asociación, con la esperanza de tener más capacidad de decisión y frenar la aprobación del reglamento municipal, pero llegaron tarde.

Pidieron al alcalde que retirara el asunto del orden del día, pero José Cacabelos se negó, alegando que había alcanzado un acuerdo con los demás grupos para tratar este asunto en la sesión de ayer, y así se hizo.

La junta directiva

Rosa García Filgueira (presidenta), María Luisa Bravo Vidal (vicepresidenta), Manuela Caneda Meis (tesorera), Pilar Fernández Prieto (secretaria) y María del Carmen Caneda Caneda (vocal) figuran al frente de la denominada Asociación de Collareiras Artesáns de O Grove.

En base a la constitución de esa entidad, y con el fin de elaborar sus propios estatutos para autoregular su actividad, las collareiras consideraban innecesaria la injerencia municipal, por eso presentaron el escrito dirigido al alcalde para que retirara el punto del pleno.

En el mismo documento la asociación que preside Rosa García planteaba que la anulación de la ordenanza llevaría pareja la elaboración de un calendario de trabajo "en el que consensuadamente, la asociación y los grupos políticos, redactemos con transparencia un reglamento que refleje la realidad de las collareiras de O Grove".

Lo plantearon así porque, insisten, "fuimos engañadas y se estuvo elaborando un reglamento de espaldas al grueso del colectivo, sólo en base a las manipulaciones y presiones de tres o cuatro vendedoras".

Esto es, exactamente, lo mismo que planteaban la semana pasada, cuando decidieron concentrarse a las puertas del consistorio, en señal de protesta por el articulado que negociaban los políticos. Ya entonces anunciaban que anoche estarían presentes en el pleno para dejarse oír, y así lo hicieron.

Las collareiras tomaron el salón de sesiones para tratar de presionar, pero no sirvió de nada y el debate se desarrolló como estaba previsto y con los habituales ataques políticos.

El regidor, José Cacabelos (PSOE) tachó de "cobarde" al ex regidor Miguel Pérez (PP), por no haberse atrevido a ordenar antes la situación de las collareiras. A su vez, el conservador felicitó a la nacionalista Victoria Canoura –encargada de redactar el articulado – y acusó al regidor de haber jugado sucio, "pues mientras nosotros negociábamos y tratábamos de buscar acuerdos con Canoura, Cacabelos organizaba reuniones paralelas y trataba de desestabilizar", lo cual también provocó importantes fricciones entre los socios socialistas y nacionalistas del gobierno meco.

En su primera intervención en el debate sobre la ordenanza, Pérez incluso evitó desvelar cuál iba a ser el voto de su partido, y todo porque, según indicó, no se fía del alcalde, y prefería esperar a que los socialistas se posicionaran primero. En cualquier caso la intención inicial de los populares era arropar el reglamento para que se aprobara por unanimidad, toda vez que ahora se abre un periodo de exposición pública en el que presentar alegaciones.

Tras la sesión, ya en la calle, se escucharon algunas discusiones subidas de tono –entre las propias collareiras– y no pocos reproches a algunos políticos.