Con chalecos amarillos reflectantes, agarrados a largas sogas y vigilados por sus monitoras/profesoras, los niños del centro público de Infantil "Vagalume" participaron ayer en un proyecto que aspira a obtener el premio del concurso de seguridad vial que convocó la Dirección General de Tráfico a nivel nacional.

Se trata de inculcar en edades muy tempranas comportamientos cívicos a la hora de salir a unas calles de ciudades, como Vilagarcía de Arousa, invadidas por coches, motocicletas, furgonetas y camiones. En definitiva promover seguridad ante la constante amenaza que supone bajarse de la acera.

Y eso fue lo que también aprendió Vagalú, una oruga que se convirtió en mascota de la escola infantil, tras haber aprendido lo más básico de la seguridad vial.

La oruga se convirtió ayer en el más genuino ejemplo de lo que hay que hacer cuando un niño sale a la calle. De hecho, el argumento consistía en que Vagalú tenía que ir por vez primera al colegio y sortear todo tipo de obstáculos que aparecen cuando uno cierra la puerta de su casa.

En el trayecto se encuentra de todo, desde aceras y señales a agentes de la policía que le orientaban en su recorrido, pero vagalú contó con un apoyo musical que le enseñaba a entender cuál debería ser su comportamiento en la selva del tráfico.

Por ello, si a Vagalú se le ocurría querer cruzar fuera del paso de peatones, un fuerte trombón, le hacía frenar en seco; si atravesaba por las líneas blancas del paso de cebra, una dulce flauta le acompañaba en el camino.

Y eso fueron solo ejemplos de lo que se trataba de comunicar a los más de doscientos chiquillos que participaron en este proyecto de seguridad vial, promovido por la Anpa (Asociación de Nais e Pais) y la dirección del Vagalume, pero también con la colaboración del departamento de Seguridad Vial de la Policía Local de Vilagarcía de Arousa, con Nito Romero al frente.

Este agente, uno de los más implicados en estos programas escolares, ha sido el encargado de ofrecer las instrucciones prácticas a los pequeños, con un lenguaje que seguro que va a permitir que "interioricen los mensajes que se les pretende inculcar, desde las edades más tempranas". Y el éxito fue rotundo si uno tiene en cuenta la cara de felicidad que mostraban todos los participantes en este experimento que les ha quedado grabado en las retinas, pero sobre todo en la conciencia.

El proyecto tiene muy en cuenta las edades de los niños y por ello, los mensajes eran los más simples: cruzar un paso de peatones, significado de los colores del semáforo y colores de las señales básicas.

Si fuese una receta de cocina, estos tres elementos se aderezan con música "con el fin de que le entren por todos los sentidos".

De ahí que la colaboración de la Banda Municipal de Música de Vilagarcía haya sido fundamental a la hora de exponer los mensajes de seguridad vial que se buscan.

Pero también la participación de los escolares en el proyecto se entiende como muy positiva. Los niños tuvieron que seguir las normas que se le han enseñado y alguno incluso tuvo la oportunidad de ejercer como policía local y, por tanto, compañero de Nito Romero, en la representación.

"Se trató también de que los niños identifiquen a los agentes como alguien que está dispuesto a ayudarles en vez de personas que multan y castigan", explica Romero.

Junto a todo ello, los niños también tuvieron oportunidad de comprender los gestos más básicos de la circulación.

"Son niños de tres a cinco años pero ya empiezan a tener conciencia, ya pueden interiorizar normas básicas, que le van a ser muy útiles para el futuro, cuando tengan que enfrentarse a los riesgos que entraña la calle y la circulación de vehículos", explica el agente.

"A estas edades, este aprendizaje debe hacérseles muy ameno y creo que eso lo han conseguido los responsables de este proyecto de seguridad vial, si nos atenemos a la cara de felicidad de los niños, tanto con la música como la exhibición de colores.

Precisamente, la música fue una de las bases de esta actividad que se desarrolló a lo largo de toda la mañana. La Banda de Música colaboró de tal modo que los niños ni se dieron cuenta de que habían transcurrido varias horas y a ello contribuyó la interpretación del himno del Vagalume, las distintas melodías infantiles y otros sonidos que ayudaban a identificar señales y normas viales.

Al final, los niños regresaron al colegio como habían salido, eso sí con unas nociones que ya emplearon en el trayecto de regreso, al mismo ritmo que la oruga Vagalú.

La música sonó dulce al final y seguro que servirá para nuevas fases del proyecto que se desarrollarán en otras franjas de edad. Conducir bicicletas, ciclomotores, ver que las señales son para los coches, son normas que requieren una mayor edad de aprehensión.

Lo que sí quedó claro es que los padres tendrán ahora un argumento para garantizar que los niños cumplirán con las normas básicas. Les llegará con referirse a la cívica Vagalú.