Queda sólo la comprobación científica para determinar con exactitud si el esqueleto exhumado en Cornazo pertenece a Manuel Álvarez Silva, fusilado en Lobeira el 12 de noviembre de 1938, en plena Guerra Civil, por sus ideales comunistas.

Manuel, Elvira y Carmen Álvarez Taibo fueron incapaces de contener la emoción y en un cariñoso gesto de despedida quisieron un último y cariñoso contacto con los restos de su padre.

La menor de los hermanos, Carmen se inclinó sobre la sepultura, pidió uno de los huesos y lo besó. El gesto fue imitado de inmediato por sus dos hermanos, incapaces de contener las lágrimas por el reencuentro después de 72 años de incertidumbre, ya que sólo sabían el lugar aproximado en el que reposaba el cadáver.

El silencio, en este momento, era literalmente sepulcral. Nadie de los muchos familiares y vecinos allí presentes fue capaz de romper la íntima escena, hasta que prosiguieron las labores de clasificación ósea por los expertos de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica.

La familia lleva tres días en tensión, no exenta de sorpresas. Su memoria y la de los vecinos ayudaron a una localización que el primer día parecía complicada pues se basaba sólo en referencias. Precisamente los vecinos ayudaron a completar las piezas de un puzzle con recuerdos que perduran en la memoria y que también revelaron. De hecho, la madre de la edil de EU, Dolores Cuevas, fue la que trasladó a Manuel Álvarez Silva y al grovense Perfecto Allo desde el lugar que murieron hasta la fosa anónima de Cornazo. La concejal dice que por ello, su madre sufrió represalias. "Le cortaron el pelo al cero como castigo", dijo.

A partir de ahora quedan otros trámites igual de minuciosos pues en el centro en el que se analizan los huesos debe concluirse si se corresponde con la persona inscrita en el libro de defunciones de Cornazo. Este proceso, explica el vicepresidente de la ARMH, Santiago Macías, podría tardar "unos tres meses". Del detallismo con que se llevó a cabo el proceso de exhumación da idea el hecho que fueron encontrados sobre la columna vertebral los botones de nácar de la camisa que llevaba el fallecido el día en que fue ejecutado. También sobre la planta de los pies se podía observar la suela de goma de los zapatos que calzaba.