El público que abarrotaba el auditorio de Vilagarcía parecía estar totalmente de acuerdo con la máxima de María San Gil, presidente del PP en el País Vasco: "El terrorismo no es un problema de Euskadi sino un problema de todos". Por eso estuvo totalmente entregado. La recibió en pie con una fuerte ovación e interrumpió con sus aplausos, al menos media docena de veces, su discurso, volcado en la crítica a la política antiterrorista del gobierno de Rodríguez Zapatero.

María San Gil fue la ponente de una nueva conferencia del foro socioeconómico "Iniciativa 3", que organizan FECA, Caixa Galicia y Faro de Vigo. Bajo el título: "De la derrota de ETA a la negociación. Tres años perdidos para la libertad", San Gil hizo un repaso a la historia de la lucha antiterrorista que, en su opinión, dio un giro de 180 grados con la llegada del PSOE a la Moncloa "después de que Aznar pusiese en marcha las más efectivas armas de lucha contra el terrorismo: la ley de partidos y el pacto por las libertades y contra el terrorismo".

A Zapatero lo acusó de protagonizar un acercamiento hacia el nacionalismo que llevó, hará mañana un año, a la declaración del alto el fuego permanente. Un alto el fuego, asegura, "que ha estado poblado de engaños".

En Vilagarcía habló de 3: El primero, para ella, es que "Zapatero dice que el PP nunca le apoyó en la política antiterrorista. Pero es mentira. Rajoy ofreció una colaboración leal pero también dijo que nunca había que pagar un precio político a ETA".

El segundo, según San Gil, se inició cuando comenzó "el mal llamado proceso de paz". Entiende que dicho proceso "no nos llevará a la paz, sino a la cesión. El diálogo con ETA no nos llevará a la libertad sino a someternos a lo que ETA quiera".

Pago político a ETA

Como tercer "engaño" apuntó la afirmación socialista de que no se ha pagado un precio político a la banda terrorista: "Se pagó desde el primer momento pero Zapatero se esforzó en minimizar que ETA no había cambiado que los cambios los había hecho el gobierno".

Y para demostrar que ETA no había cambiado durante el alto permanente, desgranó algunos ejemplos: Los siete tiros que pegaron cerca de San Sebastián tres pistoleros de ETA, "a los que Zapatero llamó escisión" , uno por cada terrorio de la Euskal Herria mítica. El robo de armas "que el gobierno tardó un mes en achacar a ETA". La extorsión a empresarios vascos y navarros "que se quiso minimizar a pesar de que los propios afectados seguían recibiendo cartas". Las manifestaciones, las pancartas, los carteles, las pintadas que, según San Gil, "hacen que Euskal Herria haya recuperado la estética batasunera. Toda la calle está llena de las exigencias de ETA y la kale borroka (o terrorismo callejero)".

Denunció también que se ha incrementado el protagonismo de los líderes de Batasuna: "No hay un día que no se lea en el periódico un mensaje político suyo. Y quién está ilegalizado no puede estar en los medios, y menos en lo públicos". Y que en estos meses, ETA remitiese 6 comunicados "exigiendo los compromisos adquiridos con el gobierno y anunciando que jamás renunciará a sus objetivos políticos".

Un muerto por neumonía, "víctima" de la kale borroka

San Gil criticó con dureza "que algunos nos quieran vender la kale borroka como floclore cuando está claro que es terrorismo". De hecho, entiende que se ha cobrado su primera víctima: un hombre de 77 años que murió de una pulmonía tras permanecer varias horas en la calle tras ser desalojado de su casa después de que la kale borroka incendiase un cajero en Mondragón: "Estuvo horas al frio, de madrugada y tras dos meses en la UCI por una pulmonía, falleció. Además de los muertos de Barajas, el terrorismo callejero se cobró en esta tregua otra víctima mortal".

Para San Gil, la cesión más "inmoral e indecente" es la medida adoptada en el caso de De Juana Chaos: "No se arrepintió de sus crímenes, se regodeó cuando asesinaron a compañeros nuestros y ahora, sabiendo que hay un gobierno débil y pusilánime, inicia una huelga voluntaria de hambre para doblegar al Estado de derecho". Entiende que "no hay razones humanitarias ni de dignidad" para aplicar medidas de gracia: "Su vida no corría peligro. No era un enfermo terminal ni tenía un coma irreversible: bajó por su propio pie de la ambulancia. Y aunque fuese asi, era de forma voluntaria".

San Gil aseguró que "aunque nos digan que no, el proceso de paz sigue adelante. Tenía que haberse finiquitado después del atentado en la T4 pero sólo lo tienen sumergido hasta que pase la conmoción general para volver al diálogo". Y calificó de "cinismo absoluto" el hecho de que 10 días después del atentado, con dos víctimas, ETA mandase un comunicado diciendo que seguía en pie el alto al fuego.