La crisis organizativa de los mejilloneros gallegos se agrava de forma preocupante

Manuel Méndez / AROUSA

El sector mejillonero se encuentra inmerso en una profunda crisis organizativa desde hace años. Pero de un tiempo a esta parte no deja de agravarse por momentos de forma alarmante y amenaza con romper en mil pedazos a la Organización de Productores Mejilloneros de Galicia (Opmega), que es la central mayoritaria.

Recientemente, y tras un duro conflicto, Opmega -que tenía 19 asociaciones en su seno- perdió a su pieza clave, la cooperativa grovense Amegrove. Ahora tramita expedientes contra Socomebu (Bueu) y San Amaro (A Illa). En este último caso sus responsables acusan a Javier Figueira, presidente de Opmega, de actuar en base a "prácticas fascistas y dictatoriales".

Siguiendo los pasos de Amegrove, la directiva de San Amaro entierra completamente las excelentes relaciones que en su día mantuvo con el presidente de Opmega y se hace fuerte frente a Figueira. Prueba de ello es que ayer se presentaron en su sede de Vilagarcía 15 directivos capitaneados por Ramiro Millán para exigir la anulación inmediata del expediente sancionador y, lo que creen más grave, para denunciar que Opmega está boicoteando a San Amaro, anulando los pedidos de mejillón que la central reparte entre sus asociaciones de forma proporcional al número de bateas. Es el mismo método empleado en su día contra Amegrove, y San Amaro quiere ponerle freno. Pero no pudieron verse las caras con Figueira, que abandonó la sede minutos antes de que llegaran los isleños. Dijo que salía "a por tabaco", pero no volvió. Aseguró que no tiene nada que decir y que el expediente a San Amaro y a Socomebu se resolverá en asamblea el día 17.

La delegación liderada por Ramiro Millán tuvo que reunirse con el secretario, y el encuentro resultó realmente tenso. La mejor muestra son las declaraciones de Ramiro Millán una vez concluida la entrevista con el secretario y juez instructor del expediente. Leyendo entre líneas puede observarse que las similitudes entre este conflicto y el vivido con Amegrove son abrumadoras.

Cuando Ramiro Millán dice que el presidente de Opmega "nos está presionando y nos está persiguiendo" resume perfectamente la situación. El expediente abierto contra su entidad dice que vendieron molusco "por fuera", es decir, al margen de los cauces de Opmega, "pero ni siquiera se molestaron en comprobar que los que vendieron por fuera no son socios nuestros".

Millán insiste así en que el expediente "no tiene razón de ser" y cree que Figueira "me persigue porque no quise volver con él en las pasadas elecciones". De nuevo salen a relucir los personalismos que otras veces se han achacado a Figueira, y de nuevo se censura con dureza la apertura de expedientes "infundados, faltos de pruebas y persecutorios".

No se descarta que San Amaro y Socomebu puedan terminar, como Amegrove, fuera de Opmega. Si a esto se suma el conflicto abierto entre Opmega y el Consello Regulador, la marcha de algunos socios a Amegrove y también el hecho de que la Asociación Illa anuncie que en un mes empezará a comercializar mejillón a través de su propia depuradora, es fácil entender que la crispación es total en el sector y que su estabilidad organizativa corre un serio y preocupante peligro.

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