El incendio registrado en Pontecesures y extendido al concello vecino de Valga no sólo obligó a cortar la autopista AP-9 provocando retenciones de varias horas y caravanas realmente espectaculares. Debido a esa circunstancia la carretera nacional entre Pontevedra y Valga, a través de Caldas, se vio absolutamente colapsada, por lo que Tráfico decidió desviar a los vehículos que circulaban entre Santiago y Vigo enviándolos a Pontecesures, Catoira y Vilagarcía. Y eso provocó un atasco extremo.

Muchas de las calles interiores de Vilagarcía estaban cerradas al tráfico debido a la celebración de fiestas. Si a eso se suma la evidente necesidad de una red de circunvalación -como se demuestra a diario- y la adopción de esta medida excepcional adoptada por Tráfico, es fácil imaginar que lo vivido anoche en la villa arousana fue algo difícilmente explicable y puede decirse que nunca visto, aunque bien es cierto que las consecuencias podrían haber sido mucho mayores en caso de coincidir con uno de los días grandes del San Roque 2005.

En la Policía Local de Vilagarcía confirmaban, pasadas las nueve de la noche, que estaban "absolutamente desbordados" y que las retenciones eran "kilométricas" debido al citado desvío viario provisional. El gran atasco continuó incluso después de que se reabriera al tráfico la AP-9, a eso de las 21,40 horas, y se prolongó hasta bien entrada la noche.

Cabe decir que ese atasco "monumental" fue padecido por los que circulaban desde Padrón hacia Pontevedra, pero también por aquellos que circulaban en sentido contrario e intentaban cruzar Vilagarcía cuando todos sus viales se habían convertido ya en una especie de gran "ratonera".

Evidentemente, esto se hizo notar en calles interiores como Alcalde Rey Daviña y en la zona del puerto, igualmente bloqueadas y con coches parados largo tiempo a la espera de que la caravana avanzara, de ahí el enfado de muchos conductores que no dudaron en provocar sonoras pitadas.

Los problemas también fueron muy importantes en Pontecesures, que al igual que ocurría en Vilagarcía celebraba una jornada de fiestas. Además, allí confluyen las dos carreteras, la de Caldas y la de Vilagarcía.