Resumen 2024

La dana que cambió todo

La enésima riada sufrida por la Comunidad Valenciana inundó el área metropolitana de la capital del Turia de muerte, barro, destrucción y caos. La tragedia marca el año que se despide y el que llega, que deberá ser el de la reconstrucción

Los reyes visitan las zonas afectadas por la dana.

Los reyes visitan las zonas afectadas por la dana. / EFE

P.I.

Hasta la fecha, 223 muertos y tres desaparecidos, pueblos devastados, familias que se han quedado sin nada, pérdidas económicas incuantificables (la patronal valenciana estima en más de 10.000 millones de euros los daños causados al tejido productivo), un paisaje desolador y una gestión política que ha sacado a las calles a miles de valencianos exigiendo la dimisión de su presidente autonómico, el popular Carlos Mazón, cuestionado incluso desde su partido. Ilocalizable durante las primeras horas de la riada y con un cruce de acusaciones y responsabilidades de fondo entre las administraciones nacional y regional, la crisis climática derivó en un tsunami político que estalló el 3 de noviembre en Paiporta y aún persiste.

Ese día, una comitiva encabezada por los reyes, el presidente del Gobierno y el de la Comunidad fueron recibidos con insultos, abucheos y barro. En el municipio con más víctimas de la dana se mostraba rabia por la sensación de abandono, inacción y falta de previsión de las instituciones, más allá de que algunos posibles radicales aprovechasen el foco mediático, como se denunciaba desde la administración central.

Con retraso y en mitad del enfrentamiento político más sensible que se recuerda este siglo, el Gobierno mandó al Ejército y la Generalitat nombró a un exmilitar para encargarse de la reconstrucción. Pedro Sánchez abandonó la polémica visita por el lanzamiento de un objeto contra su persona, gesto que fue muy criticado, sobre todo al compararlo con el del Rey la Reina, que decidieron quedarse y «aguantar en chaparrón».

Bronca y reflexión: la política polarizada

Los dos principales partidos apenas han llegado a algún acuerdo de interés (han renovado RTVE y el Poder Judicial, tras años de pelea incesante y bloqueo) y se antoja una quimera la posibilidad de llegar a más pactos de Estado en los próximos meses, dado que el jefe del gobierno y el de la oposición no se llaman; no se reúnen y apenas se hablan en privado. Este es el contexto general de polarización, en el que las investigaciones judiciales a uno y otro lado también marcan la agenda política. Pero el momento más pintoresco del año se produjo en abril, cuando el presidente del Gobierno decidió tomarse unos días de descanso, de “reflexión”, para decidir su futuro a raíz de la inminente imputación de su mujer, Begoña Gómez, por presunto tráfico de influencias.

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