Resumen 2024

Ana Pontón mantiene el poder en un BNG con más tensiones

La UPG pide mayor coralidad y dos corrientes llegan a la cúpula nacionalista

Ana Pontón.

Ana Pontón. / Europa Press

Daniel Domínguez

Daniel Domínguez

El 5 de marzo del año pasado, en plena resaca del éxito histórico de un BNG que había alcanzado dos semanas antes los 25 escaños en el Parlamento gallego, seis más que el hasta entonces récord de 2020, la Unión do Povo Galego (UPG), la corriente interna hegemónica en un Bloque que es realmente un frente de partidos, aguó la fiesta al emitir un comunicado en el que censuraba el exceso de presidencialismo y pedía más coralidad, un toque de atención al poder logrado por Ana Pontón, paradójicamente también militante de la U.

Ocho meses después, la UPG volvió a enviar otra advertencia a las puertas de la Asamblea Nacional del BNG celebrada el 1 de diciembre y de la que salió de nuevo Pontón como portavoz nacional, pero con un escenario ligeramente diferente.

Por primera vez desde que tomó el timón del partido en 2016, con su formación en declive, no se cerraron filas con una lista conjunta a la dirección y fueron tres las candidaturas, además de los citados mensajes de la U para recordar que el BNG debe compartir capitanía y no entregarse a un líder supremo ni rendirse al aggiornamento de sus postulados.

La cúpula del Bloque quedó copada en su mayoría por la lista oficialista de Pontón, que logró el 84% de votos y 16 asientos en la ejecutiva, en la que también entraron Noa Presas y otro compañero del Movemento Arredista, así como Gustavo Barcia, del colectivo Alicerce.

Pontón evitó el conflicto, defendió la normalidad del debate interno y lanzó un mensaje: «No hay nada más revolucionario que llegar al gobierno de la Xunta».

Sus mensajes pasan por lograr un concierto económico para Galicia o una tarifa eléctrica propia, pero 2028 se antoja su última competición como cartel electoral del BNG, pues sería la cuarta consecutiva y de no lograr la Presidencia lo más probable sería que abandonase las riendas del BNG. Entonces, el nacionalismo se preguntaría: «¿Y ahora qué?».

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