El parón del consumo de moda durante los meses más duros de la pandemia pusieron la puntilla al debilitado negocio de Pili Carrera, una marca histórica del textil made in Galicia que ya había pasado por un primer concurso de acreedores en 2018 por el desgaste de su imagen entre la clientela. La firma que vistió a los benjamines de la realeza europea no consiguió salir adelante esta vez.

En escena entró la compañía lenvantina Orencio Sánchez, vinculado a la propia Pili Carrera como proveedor de encajes y bordados. La suya fue la única oferta para quedarse con el negocio: 439.194 euros.

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Su proyecto, con los ojos puestos en reforzar la línea de bebés, prevé arrancar de nuevo la producción con 25 de las 70 trabajadoras que tenía la empresa y llegar a 45. Lo que no se sabe aún es si se conservarán las actuales instalaciones en Mos o el nuevo dueño buscará una alternativa.