Este final de año ha llevado la tragedia a las villas de Marín y Sanxenxo con dos sucesos dolorosos y que los han hecho más crueles porque ambos pudieron ser evitables. El primero de ellos ocurrió en aguas de la ría de Pontevedra el pasado 13 de noviembre cuando un marinense falleció al volcar el remolcador que patroneaba. El siniestro se produjo durante unas maniobras de arrastre con otro buque congelador que salía de un astillero del Puerto y al que se le activó la hélice. Otro tripulante logró salvarse. El fallecido era Eusebio Aldao Rodríguez, de 53 años y vecino de la barriada de A Cañota.

Eran las 11.45 horas cuando dos de los remolcadores de la empresa adjudicataria de este servicio (Amare Marín) realizaban labores de arrastre de un buque congelador. Uno de los remolcadores iba situado a proa de este buque congelador y el otro a popa. El siniestro tuvo lugar cuando el buque congelador, que navegaba remolcado y con la hélice desembragada, activó ésta por causas que se desconocen y el barco comenzó a dar marcha atrás de tal forma que se habría producido el hundimiento del remolcador que se encontraba detrás suya. Esto provocó que el remolcador, de nombre “Gaivota”, volcase y quedase prácticamente sumergido, tan solo quedando la proa en la superficie.

En el remolcador viajaban dos triputantes, uno de ellos logró salir por sus propios medios del barco al arrojarse al agua, en donde fue rescatado por los buques que se desplazaron hasta la zona. Sin embargo, el fallecido quedó atrapado en el interior del remolador, del que era el patrón. Finalmente su cuerpo pudo ser rescatado y fue trasladado a tierra por una embarcación.

El segundo tripulante del remolcador resultó ileso y fue trasladado a tierra en perfecto estado de salud. El barco fue reflotado once días más tarde tras ser arrastrado hacia las cercanías de la playa de Mogor.

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Muere un conocido hostelero de Sanxenxo en un extraño accidente Gustavo Santos

Sanxenxo

Por otra parte, en Sanxenxo hubo consternación el pasado 4 de diciembre cuando se conoció a primera hora del día el fallecimiento del hostelero Ignacio Cal García, de 62 años, en un extraño suceso que tuvo como desgraciado protagonista a su hijo Ignacio de 33 años de edad.

Los hechos ocurrieron en la carretera de Circunvalación, a la altura de la antigua discoteca Pirámide sobre las 07:15 horas cuando dos coches colisionaron y lo que parecía un simple accidente de tráfico derivó en sospechas de homicidio cuando a 30 metros del lugar del siniestro apareció el cuerpo del empresario.

La Guardia Civil puso en marcha una investigación al conocer que uno de los conductores implicados se había dado a la fuga y que, además, tras encontrar documentación, se supo que era el hijo de la víctima, que no viajaba en ninguno de los coches siniestrados, ya que su propio vehículo estaba estacionado al lado de la discoteca.

Horas más tarde, el hijo fugado se personó ante la Guardia Civil quedando detenido durante unas 30 horas hasta que tras prestar declaración quedó en libertad, a expensas del resultado final de la autopsia.

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Al final se confirmaron las primeras hipótesis que salieran del entorno de la familia de la víctima y fue que el joven tras el accidente llamó a su padre, que se personó en el lugar y que tras conocer los hechos y saber que su hijo, que venía de una fiesta de cumpleaños en Adina no presentaba unas condiciones óptimas, pudo sufrir una indisposición, ya que además no gozaba de una buena salud. El empresario pudo caerse al suelo y golpearse en la cabeza.

De hecho, el primer informe de la autopsia reveló un golpe creaneal, aunque no fue ésta la principal causa de la muerte.