Alberto Núñez Feijóo es el nombre que marcó la política gallega este año. Su cuarta mayoría absoluta lo equipara con Manuel Fraga, fundador de Alianza Popular, aunque su poder supera al que ostentó el León de Vilalba, cuya gestión estuvo marcada por los equilibrios con los barones territoriales como Baltar y Cacharro. El año de una pandemia que alteró la vida en todo el planeta se salda con un continuismo reforzado en Galicia.

Las elecciones autonómicas estaban previstas inicialmente para el 5 de abril, pero el COVID-19 también quiso generar un escenario inédito en el ámbito de la res publica y tanto Galicia como Euskadi decidieron aplazar la cita al 12 de julio, juntas de la mano como en las últimas ocasiones.

El PPdeG mantiene sus 41 escaños y frena la entrada de Cs y Vox - Gonzalo Caballero capta una de las 14 actas que pierde Galicia en Común y cede el liderazgo de la oposición al BNG

Feijóo llegó a la cita once años después de su primera competición electoral, en 2009, en la que tumbó a un bipartito PSdeG-BNG que una breve travesía de la izquierda tras el fraguismo. A partir de entonces, se enfrentó a la crisis financiera causada también a nivel mundial por la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers y el efecto cascada que produjo a nivel mundial. Eran años de recortes y de la bandera de la “austeridad” sobre la que cabalgó el sucesor de Fraga.

A las mayorías absolutas de 2009, 2012 y 2016 siempre siguieron los rumores sobre el salto de Feijóo a la política madrileña, un camino no descartado en 2024 si se cumple eso de que esta es su última legislatura, algo que ya había dicho hace cuatro años.

Feijóo es un barón de un PP en el que Pablo Casado se debilita tras cada elección estatal y en el que Ayuso desde Madrid ejercer de ariete contra el Gobierno central de PSOE y Unidas Podemos. El de Os Peares se mantiene en un plano más discreto, explotando el perfil estadista que tanto se han afanado en pulir él y su equipo.

A la izquierda, Feijóo durante la noche electoral. A la derecha, Ana Ponón en un mitin. Debajo, Gonzalo Caballero a la izquierda y Antón Gómez-Reino a la derecha O. CORRAL/V. ECHAVE/X. ÁLVAREZ/B. LORENZO

Creía que 2020 marcaría un nuevo despegue económico a lomos del Xacobeo, pero justo antes de las elecciones se topó con un PSOE que por primera vez en Galicia fue la lista más votada en unas elecciones generales, aunque la repetición de la cita con las urnas le permitió al PP gallego recuperar ese puesto. En 2019, además, los de Feijóo volvieron a sufrir un duro correctivo en las ciudades, al no gobernar ninguna de ellas y tener que pactar con el peculiar Jácome en Ourense a cambio de asegurar su única diputación: Ourense.

También transitó hacia las elecciones con las protestas en Verín por el cierre del paritorio y de las urgencias pediátricas, lo que disparó los temores a una derrota electoral, con un PSOE que se creía impulsado por una Moncloa que tenía como jefe a Pedro Sánchez.

A todo ello se unió la pandemia de COVID-19, que golpeó Galicia con menor virulencia que a otras comunidades, pero que generó un problema mayúsculo para todas las administraciones.

Sin embargo, ni los recortes de años atrás, ni las protestas en graneros electorales o de sectores de la sanidad pública, ni el desgaste de 11 años en San Caetano hicieron mella en Feijóo. La noche del 12 de julio Feijóo se acostó con 41 diputados, su cuarto mandato consecutivo asegurado. La cifra, además, crecería en el último recuento a 42, su techo, con el BNG en 19 actas –también su mejor resultado– y el PSdeG anclado en 14.

En un clima de incertidumbre, Galicia apostaba por más Feijóo, al que sorprendentemente no le restaba ni un voto el desgaste de gobernar tantos años, la mayoría marcados por dificultades económicas e incluso con el fantasma del rescate de la economía española en 2012.

Casi dos meses después de las elecciones, Feijóo retocó su gabinete, prescindiendo de las dos piezas más desgastadas precisamente por la gestión del COVID-19. Salieron Jesús Vázquez Almuiña de Sanidade y Carmen Pomar de Educación y fueron relevados por Julio García Comesaña, en el primer caso, y Román Rodríguez, en el segundo. Este asumió de nuevo una cartera que incluía Educación y Cultura. Además, Feijóo incorporó a María Jesús Lorenzana como conselleira de Emprego y ascendió a Francisco Conde al rango de vicepresidente segundo, encargado de lidiar con la reactivación.

Con ese continuismo afronta el titular de la Xunta la que pretende ser su última legislatura, sin dar pistas sobre su relevo, abonando la sospecha entre la oposición de que optará a un quinto mandato ante las dificultades de tomar las riendas de un PP estatal marcado por el trasvase de votos hacia Vox.

Ana Pontón

Un regreso a los 90: el BNG “sorpassa” al PSOE y fin de la nueva política

Pontón se convierte en líder de una oposición en la que el psoe se estanca. batacazo histórico de podemos, que desaparece del parlamento y finiquita una era 

La política gallega volvió a los años 90 y enterró la “nueva política” encarnada por el regreso del histórico Xosé Manuel Beiras en 2012 en alianza inédita de nacionalismo y federalismo, la irrupción de En Marea, el triunfo de las mareas municipales y el nacimiento de Podemos.

Tras dos legislaturas, el Parlamento autonómico quedó reducido de nuevo a tres únicos actores: un PP hegemónico con una holgada mayoría absoluta y BNG y PSdeG enfrente. La nacionalista Ana Pontón marcó un hito en su carrera al liderar al Bloque a su techo de 19 actas, recuperando la autoestima de su formación gracias a ceñirse a su ideario sin estridencias y a la cohesión interna. Estos cuatro años marcarán si pueden dar el salto final de liderar un gobierno en la Xunta si, como ha insinuado, Feijóo no se presenta en 2024 y eleva así las opciones de la izquierda.

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El PSdeG fue uno de los perdedores la noche del 12-J. Gonzalo Caballero necesitaba un buen resultado para aplacar las tensiones internas, pero no ganó un solo diputado pese a la Presidencia de Pedro Sánchez, que no le aportó ningún voto extra. Los cuchillos ya se afilan en el PSdeG, donde una gran parte del partido prepara un plan para apartar a Caballero en 2021 de la Secretaría Xeral.

La gran derrotada del año fue la autoproclamada izquierda rupturista, que se quedó fuera del Parlamento tras cuatro años de batallas internas por el control de la marca En Marea. Los tres alcaldes “del cambio” perdieron sus bastones de mando en 2019; el partido instrumental se rompió y el que fuera candidato, Luís Villares, volvió a la judicatura; y la alianza de Podemos, EU y Anova no sumó ni un diputado. Galicia le abrió el camino a ese espacio y en 2020 finiquitó el fin de una era justo cuando Yolanda Díaz alcanzó un ministerio y Pablo Iglesias es vicepresidente.