Faro de Vigo

Las noches que vivimos en BE GO

FARO lanzó en los 80 dos suplementos en la vanguardia de la cultura urbana de esa década: Pharo The Be Go, una réplica provocadora, un espacio alternativo, refrescante y vigorizador, y Pasarela, en el que recogía tendencias de moda, diseño o fotografía de esos años

Fernando Franco
Fernando Franco Firmas
Firmas

Bien decía mi caro Antón Beiras en un artículo suyo que, sin duda alguna, el compromiso de FARO con la pulsión estética y artística que se cocía en la ciudad en los 80 colocó a Vigo a la vanguardia de la cultura urbana en España. ¿Quién va a negarlo si decimos que esos años publicaron dos suplementos, el Pharo The Be Go y Pasarela, que fueron muestra de la principal implicación que tuvo el más centenario periódico de España con la más nueva movida que se fraguaba en los intestinos de la ciudad?

Situémonos. Hablamos de unos años que fueron como una ventolera de aire fresco. Ganas de experimentar, de conocer, de romper moldes y superar barreras. Eran tiempos en que en el bajo de El Manco ensayaban Golpes Bajos; en que Mara Costas, la peluquera de la movida, dejaba el de su casa en Peinador para que ensayaran los de Aerolíneas; en que la moda gallega surgía con fuerza de la nada, y organizaba sus internacionales desfiles Luada mientras francotiradores del diseño como Cosme Schwartz que iban por libre mostraban su línea alternativa al mercado; en que Javier Moreda, con el respaldo familiar sacó la lujosa revista Tintiman y este periódico se permitió el lujo de publicar un semanal Pharo the Be Go que marcó huella y un suplemento de moda, Pasarela, inédito en la historia del periodismo diario.

Primera portada del "Pharo The Be Go"

Un paisaje contradictorio

Un período contradictorio y mágico en el que una incansable euforia creativa se mezclaba con un descarado espíritu lúdico pero también con sucesos políticos o económicos de envergadura. En ese cuatrienio nuclear que va desde 1983 al 87, en Vigo no solo hubo dos elecciones municipales (que ganó Soto), dos ascensos del Celta, el derribo del Scalextric o, yendo a la anécdota brillosa, una provocadora Cicciolina paseándose por sus calles con los pechos al aire a bordo de un camión. También fue un tiempo de movilizaciones en que la reconversión naval llenó la calle de gritos, manifestaciones, hogueras y episodios de violencia; en que las feministas empezaron a hacer cuentas con el pasado franquista y llegaron a su máxima expresión organizativa y reivindicativa con una agitación quizás ya nunca superada; en que la campaña anti-OTAN dejó uno de los últimos ecos de disensión con el poder, antes de que la indiferencia general y la atonía crítica se apoderaran de los ciudadanos; en que hasta los tiernos estudiantes de Bachillerato se pusieron erectos por un bono bus e hicieron prácticas de guerrilla urbana (light).

Ahí, en medio de todo ese fregado, nació en 1984 el Pharo The Be Go, de la sensibilidad de Pilar Comesaña, periodista y bisnieta del fundador de la cabecera FARO, y su colega Francisco Novo, con la aquiescencia de la propiedad de entonces, que arriesgaba dinero, y la complicidad el entonces director, Francisco Armesto. Un suplemento sin periodicidad que, en la gran exposición de 1986 a la que fuimos en el Palacio de la Magdalena de Santander sobre la movida, aquella Semana de las Fuerzas Atroces del Noroeste en que desembarcó allí Galicia, su música y sus revistas posmodernas, fue calificado como la réplica vanguardista y provocadora en el contexto conservador en que se movía el diario. Un atípico fanzine cuyo diseño en cada número fue realizado por distintos pintores gallegos.

Una de las portadas de "Pharo The Be Go".

Una de las portadas de "Pharo The Be Go".

Yo veía admirado trabajar a Pilar y Novo en Pharo the Be Go, admirado pero también implicado como compañero en FARO y colaborador ocasional, a lo largo de esos 8 números entre diciembre del 84 y junio del 86 que duró. Sin embargo, quien más estudió el contenido de este suplemento fue quizás Emilio Alonso, que cuenta en su libro Vigo a 80 revolucions por minuto que el nombre del mismo se le ocurrió al músico Uxío Noceda (con el que acabo de estar en Jerez, donde vive ahora), “que propuso ese juego anglofónico (Farou de Vigou) para bautizarlo”.

Moderneces de papel

Fueron años en que surgieron en Galicia una miríada de publicaciones alternativas, algunas de calado pero todas de muy reducidas tiradas. Pharo the Be Go fue, entre las de su género, la que tuvo más presencia mediática porque lo respaldaba la inmensa capacidad de edición del periódico, pero en esos años había todo un rico plantel de “moderneces de papel” en Galicia. Y es que en ese espacio controvertido de la llamada “vanguardia”, si en Madrid surgieron publicaciones míticas como La Luna, Madriz me mata… en Vigo tuvimos como revista de lujo al Tintimán (1984-86) de Javier Moreda y el Can sen Dono de humor y cómic de Pepe Carreiro (1983-1991), sin que faltaran fanzines mucho más modestos y precarios como Escupe, Vigorizador, Tres Estrellas, Katarsis, Costa Oeste u O Silencio, de vida tan efímera que alguno solo sobrevivió un número. Pero es que en Galicia nacieron en A Coruña La Naval y Luzes de Galicia, en Santiago Valiundiez y Favorita… No introduzco en estas apuestas (posmodernas o como quieran llamarlas) a la revista también con sede en Vigo y de la que llevé el área de comunicación como Galicia Moda, porque funcionaba dentro de las nuevas tendencias del mercado, a un alto nivel en formato y contenidos como publicación para toda España y con grandes implicaciones económicas. Pero estaba ahí.

Con mucha sorna

Volviendo a Pharo the Be Go, fue Antón Patiño quien diseñó la cabecera y el primer número, así como otros artistas o arquitectos-diseñadores lo hicieron con cada uno de los siguientes. Un lenguaje cargado de sorna, un nuevo y más libre estilo metacultural para hablar de un tema genérico sobre el que giraba cada número y recensiones de eventos culturales o entrevistas a personajes destacados de aquel tiempo sobre moda, música, arquitectura, literatura… ¿Colaboradores? Desde los que estábamos a su lado y en su onda en el mismo periódico (pocos) a nombres como Manuel Rivas, Antón Reixa, Alberto Avendaño, Javier Sádaba, Méndez Ferrín, Alfonso Armada, Alberto González-Alegre…

Aunque su último numero salió en junio del 86, recuerdo, y lo constata Emilio Alonso en su libro, que con motivo del encuentro Madrid se escribe con V de Vigo, Comesaña y Novo hicieron una edición especial para entregar a los participantes. Fue bonito mientras duró y Pharo the Be Go quedará en los anales de nuestro periódico decano como una apuesta y espacio alternativo, refrescante y renovador en sintonía con un tiempo… que ya pasó.

Y de FARO nació también Pasarela

En este contexto volcánico de publicaciones de los años 80 nació como suplemento, también de FARO DE VIGO pero con la cabecera de Hoja del Lunes, Pasarela. Cuando salió en 1983 como cuadernillo semanal no existían precedentes en España, al menos que se supiera, de una osadía como publicar 12 páginas cada lunes de moda, diseño, fotografía… en un periódico diario, así que fue otra apuesta decidida que rompía toda rutina. Lo llevábamos Amalia María Gallego y quien esto escribe, duró cuatro años y contaba con colaboradores nacionales de la talla de Lola Gavarrón o Paco Mansilla en moda, Xavier Domingo en gastronomía… Teníamos material sobrado con los nuevos fotógrafos gallegos, los diseñadores que mostraban sus colecciones en lo más altos cenáculos de la moda española…Recuerdo que María Moreira alquilaba para la presentación de sus colecciones la suite del hotel Palace, en las habitaciones colindantes estábamos todo su equipo de colaboradores y por las noches se podía ver en ellas tomando una copa a Massiel, Almodóvar… aunque a primera hora de la mañana podía aparecer Lucía Bosé a ver las colecciones antes de los clientes. Había mucho que contar en Pasarela.

Nadie lo había intentado antes en la prensa generalista. Hasta la fecha otros rotativos nacionales contaban en sus dominicales varias páginas sobre moda, e incluso FARO en épocas anteriores había innovado con un espacio semanal firmado por María del Carmen Kruckenberg, pero nunca se había contemplado una separata de estas características. Su edición se mantuvo hasta finales de los 80 con un posterior intento de mantenerlo en los 90 que, por cambios en su dirección y por la crisis del textil que se inició en ese año, no fue posible. Tras convertir la moda en una sección más, esta desapareció de las páginas del periódico.

Nada menos que un cuadernillo que oscilaba entre 12, 16 o 24 páginas en blanco y negro y en color con una maquetación diferente que seguía los cánones de diseño de las revistas como Vanity Fair, Vogue o Harper Bazzar y en la que colaboraron pintores y diseñadores gráficos como Pedro Sardiña, Din Matamoro, Cosme Swarch. Espacios en los que la información y la estética de la maquetación se daban la mano en un tratamiento que dejaba clara la imaginación que se hacía fuerte en el noroeste español bajo las siglas de Galicia Moda. Tipos de letra, diseño, destacados e imágenes que albergaban las informaciones. convirtieron estas páginas en todo un reclamo para seguir las tendencias que marcaron en la época de la movida con una amplia selección fotográfica de autores como Luis Carballo Taboada o Manuel Valonrath que se encargaban de las pasarelas nacionales internacionales, Javier Herránz que, en sus primeros pinitos, creaba imagen a diseñadores y colecciones en cada una de las entrevistas, o Vitín de las Heras con sus testimonios informativos de estética urbana.

Todo gracias a Pasarela, que acuñó el decano de la prensa nacional, como una decisión de “modernidad” para llegar a los públicos más jóvenes y subirse al “carro” de la Movida, y que con el paso del tiempo pasó a ser considerado un objeto de estudio en comunicación de moda.

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