La llegada del buen tiempo anima a cambiar el armario y también a renovar la decoración. Una forma sencilla de hacerlo es incorporar detalles a la mesa para que luzca de una manera especial. Una de las mejores ideas es echar mano de una vajilla estampada. Las hay de todo tipo, desde las clásicas en azul y blanco hasta las que se atreven con rosas verdes y corales, en un auténtico despliegue de color.
Tampoco se trata de poner el arco iris sobre la mantelería de hilo (una buena mesa siempre requiere un buen ropaje, sea cual sea la moda), pero sí es posible permitirse lujos como los de mezclar piezas de diferentes servicios, sin tener que sentirse culpables por ello.
La firma portuguesa Vista Alegre cuenta con todo tipo de propuestas en porcelana y loza, siempre con la calidad que caracteriza a la marca. Para presupuestos algo más ajustados merece la pena visitar los outlets de marcas como Villeroy & Boch o darse un paseo por las firmas de precios bajos, que tienen piezas con diseños estupendos y una magnífica apariencia. Los platos y bandejas deben estar acompañados por objetos de cristal que vuelven a llevarse tallados, tras unos años en los que las tendencias optaban por las piezas lisas.
Y para completar el conjunto, nada mejor que unas flores naturales o secas, jamás de plástico o de tela. Los adornos florales tienen que ir en consonancia con el resto de los elementos y jamás deben desprender ningún tipo de aroma que interfiera con la comida.
Las flores tienen que durar frescas durante toda la velada y las composiciones no deben resultar ostentosas ni demasiado grandes. Es importante mantener una perfecta visibilidad en el tablero.
El verde y el blanco siempre resultan un acierto. Las hojas frescas de magnolio combinadas con rosas o mimosas (siempre que no haya alérgicos alrededor) son una propuesta distinguida para una mesa que aspira a destacar, sin dar la nota. Las camelias frescas constituyen otra posibilidad para colocar dentro de jarrones, sobre agua, y siempre en cantidades generosas.
