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Naturaleza monumental

Ubicado en el Parque de los Arribes del Duero salmantino, San Felices de los Gallegos une a su riqueza patrimonial su singular enclave paisajístico

Panorámicas con el castillo y la iglesia al fondo. // mesadelconde.com

Cuenta la leyenda que el obispo de Oporto, don Félix XI, otorgó al pueblo el nombre de su santo allá por el siglo VII, pasando a ser "San Felices". Más tarde fue repoblado por gente oriunda de Galicia, y de ahí su nombre. Declarada Conjunto Histórico Artístico en el año 1965 y, en pleno parque natural de los Arribes, esta villa cuenta con un rico patrimonio monumental en forma de un imponente castillo, iglesias, conventos y ermitas, además de conservar el tipismo de sus calles y de su añeja arquitectura popular.

Su poblamiento viene de muy atrás, como lo atestiguan los numerosos vestigios arqueológicos que presenta en su territorio. Castros -como el de la Mesa del Conde-, enterramientos y otros yacimientos aseguran un hábitat que parece remontarse a la Edad del Hierro.

Entre los muchos edificios de la villa destaca su castillo, mandado construir por el rey Don Dinís entre 1297 y 1310. Reformado centurias más tarde, del conjunto destaca la perfección de la torre del homenaje, que en la actualidad alberga un centro de interpretación en el que se recoge la historia del pueblo. Con carácter de palacio fortaleza, está situada en uno de los extremos del casco urbano. Su diseño irregular se adapta a las peculiaridades del terreno, conservándose restos del antiguo foso y de la cerca vieja del siglo X, la muralla que pasaría por distintas fases hasta su aspecto definitivo, con varias torres cuadradas de defensa y arcos de acceso al recinto.

El tiempo y la historia fueron dejando numerosos monumentos, como la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, la Alhóndiga, las ermitas del Cordero y del Humilladero, la Casa de los Mayorazgos, la Casa de los señores del Ron o el convento de La Pasión, entre otros. También casas solariegas con portadas de arco de medio punto de los siglos XVI y XVII.

Visitar San Felices es hacer todo un paseo por la historia, y a su patrimonio cultural hay que hay añadir el natural, ya que se encuentra en pleno parque de los Arribes. El río que pasa aquí encajonado entre cañones y riscos es el Águeda en su camino hacia Portugal para unirse con el padre Duero. El peculiar microclima mediterráneo de la zona proporciona una variada vegetación en la que hay encinas, robles, enebros, hayas o fresnos. También acoge una reserva de aves, y son más de doscientos los vertebrados que han encontrado refugio en estos parajes fronterizos.

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