Un confortable pijama es uno de esos tesoros que seducen a mujeres y hombres. Tan atractivos son estos trajes, hasta ahora reservados para el sueño y el descanso, que las grandes firmas han decido sacarlos a las calles para darles una nueva vida. Sin duda, llevar prendas de inspiración "pijama" será una de las tendencias de la próxima primavera.
En realidad, la idea no es tan nueva. A principios del siglo XX Saint Jean des Pins, en plena Costa Azul, cerca de Cannes y Montecarlo, era famoso, entre otras cosas, por atraer cada temporada a turistas que se vestían con pijamas, seguramente mucho más discretos que los vestidos de cóctel que se ven hoy en día por las alfombras rojas del mundo.
Coco Chanel fue una de las precursoras a la hora de aprovechar la ropa de dormir para lucirla en la calle. En la posguerra no era cuestión de desaprovechar recursos, entonces escasos. Ella misma se vestía en verano, a menudo en Le Touquet (Normandía), con pantalones anchos y camisetas que escandalizaban a las damas de la época. Poco después todas la fueron imitando.
"Pajama" o "pyjama" proviene del persa "pae jama", esos pantalones anchos que se usan en la India. Otro precursor del pijama actual es el "night gown", una especie de camisón para recibir visitas, y, por supuesto, el batín de fumar con el que los caballeros ingleses se mostraban ante sus invitados masculinos.
Contra todo pronóstico, la tendencia "pijama" ha sido muy bien aceptada en las pasarelas mundiales y ya cuenta con sus correspondientes reproducciones en las tiendas de moda a precios asequibles. Eso sí, no hay que confundirse nunca con los batines de seda de origen oriental. Son cosas muy diferentes. Amelia Bloomer, defensora del sufragismo y las libertades de las mujeres en el XIX y creadora de las "bloomers", aquel movimiento de mujeres que llevaban las enaguas al descubierto (de ahí que los pantalones con punto en la parte inferior se llamen "bloomers"), estaría encantada con esta moda tan confortable que además disimula las curvas.
