En Navidad Woody Allen ocupa un lugar destacado de la mesa. Sabemos que su compañía puede ser agridulce, pero nos alegra comprobar que sigue en activo y fiel a su desazón existencial, esta vez más escorado hacia el lado oscuro, como Bergman manda. Allen se ha puesto más trágico (y teatral) que de costumbre, y no solo porque la situación invita a pocas risas (que se aprovechan siempre que se despista), sino porque sus personajes parecen atados a su sino. Pero nadie como él para sacar a Kate Winslet una de las interpretaciones de su vida mientras Storaro la inmortaliza con una fotografía que parece de otro mundo.
Wonder Wheel