La moda se adueña cada vez más de la decoración navideña, que este año llega cargada de naturaleza y materias primas como la madera y el ratán. Las celebraciones que se aproximan en el calendario siempre van ligadas a un innegable componente estético, que hace ya muchos años que superó el típico concepto del abeto en el salón y el belén sobre una mesa de la casa. Ahora la Navidad envuelve todo el hogar y le aporta una atmósfera especial. Ese ambiente que logran los adornos en blanco y marfil mezclWWados con el verde y los toques de rojo que nunca pueden faltar.
El cobre tostado y el rosa palo son otros de los tonos que se verán este año en los lugares más refinados. Y es que a Papá Noel hay que recibirlo por todo lo alto, sin escatimar en objetos bellos.
Las guirnaldas y coronas se despojan de las clásicas piñas y se decantan por ramas de acebo (de imitación, claro está), hojas desgastadas por las pisadas y restos de arbustos que hacen su particular oda al frío (aunque no haga tanto como sería preceptivo a estas alturas del año). También es el momento de lucir el cristal, la cerámica y los tejidos adamascados y aterciopelados sobre los que puede reposar el árbol, que en esta ocasión puede decorarse con un sencillo toque de lazos blancos y bolas rojas y doradas.
Los guiños a la Navidad también pueden concretarse en pequeños detalles, como esos divertidos renos de peluche que se dejan en cualquier rincón, o las velas, grandes y blancas, que realzan cualquier ambiente. El estilo nórdico, caracterizado por la funcionalidad y la integración de los espacios de la vivienda, volverá a ser protagonista de una decoración navideña ligera, discreta y elegante para cada estancia de la casa.
Lo importante es que el espíritu de la Navidad fluya por todo el hogar. Aunque parezca una contradicción merece la pena buscar la sencillez y olvidarse del barroquismo que ha imperado en otras ocasiones. El buen gusto va ligado a la simplicidad (que no al simplismo), al menos de momento. Merece la pena aprovecharlo.
