El primer "Funny games" de Haneke, antes de copiarse a sí mismo con indulgencia, provocaba deserciones, pero en lo de mostrar la crueldad sin censura le gana Víctor Gaviria, quien tras años de silencio lanza un grito contra la violencia de género que desgarra el alma. Si el austríaco jugaba con la imaginación, esa coartada no la admite el basado en hechos reales, y muy escabrosos, de la obra del colombiano, que quedó anonadado, como le ocurrirá al espectador, al escuchar la historia de horror, que no de amor, de Margarita (Amparo en la película) y el Animal, con perdón a todos esos seres que le quedan muy por encima en la escala evolutiva. Perturbadora e inmisericorde reflexión sobre el miedo.
La bella y la bestia, versión hardcore