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Aquel Summer of Love

Hace 50 años la ciudad de San Francisco se erigió en el epicentro del movimiento hippie. El cantante Scott Mackenzie y grupos como The Mamas and The Papas y Grateful Dead, con el gallego Jerry García, compusieronsu banda sonora

The Mamas & The Papas.

En el verano de 1967 una canción cantada por Scott McKenzie alcanzaba los primeros puestos de las listas de ventas de todo el mundo. Se titulaba "San Francisco" y en su letra invitaba a visitar esta ciudad de la costa oeste americana en uno de cuyos barrios de alquileres baratos para bohemios, entre las calles Haight y Ashbury, se concentraba lo más granado de la contracultura hippie. La canción animaba a ir a la ciudad "con flores en el pelo" para hacer "una celebración del amor" y aquel verano hizo que jóvenes de todo el planeta iniciaran un peregrinaje que tenía como destino la ciudad de San Francisco. De Scott McKenzie nunca más se supo, pero la canción se convirtió en el himno del movimiento hippie en todo el mundo e hizo de la ciudad de San Francisco la Meca internacional de la contracultura y la sicodelia.

Meses antes, una celebración festiva con ribetes dadaístas, el Human Be-In, había reunido en el Golden Gate Park de la misma ciudad a personalidades que defendían el consumo libre de drogas, como como Jerry Rubin y Timothy Leary, y a poetas como Allen Ginsberg y Lawrence Ferlinghetti, en lo que se considera uno de los actos fundacionales del movimiento hippie, amenizado por los grupos Jefferson Airplane, Grateful Dead y Quicksilver Messenger Service.

Antes que un festival musical, el Human Be-In era una concentración de protesta contra las medidas represivas que prohibían el consumo de drogas sicodélicas. Aquí nació el término hippie, derivado de hipster, nombre con el que se conocía a los seguidores del jazz de los años 40 y 50, cuando los miembros de la Generación Beat (Ginsberg, Kerouac...) promovían este género musical.

La canción "San Francisco" había sido compuesta por John Phillips, uno de los miembros del grupo The Mamas and The Papas, que por aquellas fechas eran muy populares por dos de sus éxitos, "Monday, Monday" y "California Dreamin", que también fueron himnos de aquel movimiento que en 1967 vivía sus mejores días de esplendor. The Mamas and The Papas la habían cantado por primera vez en junio de ese año en el Festival de Monterrey, la primera de las multitudinarias concentraciones de aficionados a la música rock cuyo ejemplo prendió en otras celebraciones, como las de la isla de Wight en Inglaterra y Woodstock en los Estados Unidos. La música pop-rock era la religión de aquel movimiento contracultural y pacifista (no se olvide que estamos en lo más crudo de la guerra de Vietnam) que tenía como lemas el amor libre y la sicodelia y promovía el consumo de drogas, sobre todo de LSD. A su sombra nacieron una serie de formaciones musicales de una gran calidad tanto por las composiciones como por las letras de sus canciones. Eran grupos como Lovin' Spoonful, Grateful Dead, The Byrds, Country Joe and The Fish, los Doors, Jefferson Airplane, Big Brother and the Holding Company, Buffalo Springfield, Love? y solistas como Jimi Hendrix y Janis Joplin, que han legado a la historia del rock una obra que a pesar de haber pasado más de cincuenta años mantiene una frescura insólita.

Gracias al llamamiento de la música aquel verano se concentró en San Francisco una mezcla variopinta de idealistas, pacifistas e inconformistas de todos los pelajes, que protagonizaron un acontecimiento pacífico que tenía como lema el amor. Love era la palabra que estaba en todas las pancartas, las camisetas, los manifiestos y las letras de las canciones y aquel Summer of Love quedó para la historia como uno de los grandes acontecimientos de la contracultura.

El movimiento hippie duró aún unos cuantos años, hasta el final de la década, aunque aún hoy haya gente atrapada en alguno de sus recovecos. Su música, fagocitada por la industria y el comercio, fue procesada en formatos más asequibles para el consumo. Muchos de sus miembros fueron víctimas de las drogas y quienes lograron sobrevivir se movieron entre la nostalgia y la desesperación. Contaminado de los vicios y las virtudes de toda utopía irrealizable, el Amor fue protagonista de aquel verano de 1967. Irrepetible, imaginativo, desbordante, creativo y también letal, lo mejor de aquel Verano del Amor, además del espíritu pacifista, fue su banda sonora, una de las más excepcionales de la música popular contemporánea. Les invito a revisitarla.

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