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Elegancia exterior

La mesa del jardín se reviste de algodón francés, cristal alemán y porcelana portuguesa

Una mesa en el jardín.

El comedor se traslada al exterior de la casa, o al menos lo intenta -al final la meteorología manda-, y lo hace revestido de elegante sencillez. Los buenos algodones que aún se fabrican en Francia, junto al sólido cristal alemán y la siempre entrañable porcelana portuguesa, son elementos que no pueden faltar desde el desayuno hasta la cena más divertida.

Las flores, hortensias y peonías como sugerencia infalible tampoco pueden faltar para componer una mesa en la que todo el mundo debe sentirse cómodo. Y para eso también es importante la ubicación de los comensales. Es necesario permitir libertad de movimiento alrededor de la mesa, de modo que exista comodidad para sentarse y levantarse.

Las sillas, salvo que ya estén tapizadas, algo no demasiado aconsejable en el exterior, requieren unos cojines mullidos. Las rayas anchas en verde, amarillo, gris plomo y azul marinero son algunas de las ideas más recurrentes, en dura competencia con el color vainilla de las losetas, que combinan con toda clase de mantelerías.

Y en este punto también se lleva la simplificación. Regresamos al terreno del algodón y recomendamos esos manteles tipo camino de mesa que dejan al descubierto partes del tablero y que aportan sensación de ligereza. El blanco es el rey en estos casos, aunque el azul y los grises azulados también pueden hacer un buen papel. Las servilletas no tienen por qué combinar con el mantel y la vajilla puede estar compuesta por múltiples elementos. Este año están de moda los platos estampados con flores de inspiración inglesa. Si los bajoplatos llevan dibujo mejor escoger el resto de los elementos lisos, aunque cada vez hay menos reglas al respecto.

Si hay niños en la reunión la mejor idea es ubicarlos en una mesita adyacente, decorada con colores pastel e incluso con vasos y boles de cartón que resultan bonitos y cómodos.

Los adornos deben utilizarse de forma comedida y nunca tienen que elevarse demasiado sobre la vista de los comensales. Las velas tampoco pueden faltar en las últimas horas del día. Aportan calidez y de paso ayudan a ahuyentar a los insectos.

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