Decía Blake que "el camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría". En el caso de David Lynch, habría que añadir, y el camino del surrealismo, de lo experimental, de lo inquietante... Así como "Montage of heck" desnudaba a Kurt Cobain, pero tras su muerte, ya mitificado, los directores que retratan a uno de los cineastas más perturbadores tienen la ventaja de que puede hablar por sí mismo y contar qué hace que Lynch sea Lynch. El resultado es un documental de Lynch según Lynch que se parece a sus películas, que oculta más de lo que enseña, y que sirve para conocer a un genio que en realidad quería pintar. Un documental que resume aquello a lo que aspiraba: una pintura que se mueve.