Las prisas suponen una vorágine negativa en el desarrollo de videojuegos, de hecho, a menudo se anuncian títulos con estridentes y cinemáticos trailers que dejan una agradable impresión para luego ser pospuestos o cancelados. I Am Alive es un ejemplo perfecto de esta política. El juego de Ubisoft Shanghái fue presentado durante el E3 de 2008 y tras infinidad de rumores, muchas informaciones confusas y varios intentos de cancelación del proyecto, finalmente ha logrado aterrizar bajo formato descargable en Xbox Live Arcade y PlayStation Network, dejando atrás la anunciada edición física y seis años de accidentado desarrollo. ¿Pero realmente ha valido la pena tanto esfuerzo e interés en lanzar un juego marcado por la incertidumbre? A continuación profundizamos en este I Am Alive.

Un hombre solo

Desarrollado por Ubisoft Shanghai, I Am Alive ha sido diseñado para crear un mundo en el que nos enfrentamos a toda una serie de toma de decisiones, todas ellas muy duras, puesto que el juego nos traslada hasta un mundo en caos. De este modo, el descargable nos invita a vivir la odisea de un hombre corriente que ha perdido a su mujer y su hija durante el "Evento". Un año después de los hechos, encuentra Haventon, su hogar, hecho escombros. Los edificios se han derrumbado, cenizas tóxicas cubren las calles y la sociedad ha perdido sus referentes morales, permitiendo que la gente haga lo que sea necesario por sobrevivir.

En I Am Alive, no sólo nos enfrentaremos a los enemigos, sino también al propio entorno, ya que se requerirán fuerza, energía y conocimiento para manejar sus recursos; todo ellos serán clave a la hora de estar expuestos a una atmósfera tóxica y a los retos físicos que implica la búsqueda de alimentos. Desde el primer momento de la experiencia hasta el último segundo, el juego no permite sentirse seguro gracias a una atmosfera literalmente muy densa. La desolación y las ruinas tienen mucho sentido, ya que a pesar de no ser conscientes a ciencia cierta de lo que sucedió durante estos "eventos" que el personaje principal menciona, sin duda son algo apocalíptico.

La vida y los recursos son escasos en I Am Alive, no hay posibilidad de recoger muchos elementos en un mundo donde la diferencia entre la opulencia y la mísera absoluta están separados por un par de botellas de agua, un bote de analgésicos o una simple bala, lo que marca la diferencia ente la vida y la muerte. Por otra parte, el personaje principal es un tipo corriente a pesar de las habilidades de parkour que ha desarrollado en su odisea. No está dotado con ninguna habilidad que se salga de lo común, lo que implica que siempre nos encontremos en el filo de la navaja, a punto de morir, por lo que la estrategia es la clave para superar los conflictos y evitar batallas innecesarias. De este modo, la ausencia de habilidades físicas extraordinarias el protagonista, nos obligan a estar continuamente pendientes de una barra donde se marca la resistencia física disponible.

Las acciones de nuestro personaje consumen parte de esta barra, que se recupera en estado de reposo o cuando este se encuentra con los pies en el suelo. La gestión de este elemento es vital para completar las poco más de cinco horas por las que se extiende el juego, ya que pasaremos bastante tiempo trepando o intentando acceder a lugares aparentemente inaccesibles. Por otra parte y aunque la mayoría de los desafíos están planteados para utilizar una única barra de energía, contamos con algún elemento especial como fijaciones que nos permitirán reponer fuerzas, aunque casi siempre encontraremos una repisa o un saliente para descansar.

La ejecución del sistema funciona bien a pesar de adoptar un formato bastante repetitivo, ya que continuamente nos encontraremos danzando apresuradamente por todo tipo de superficies. Por su parte, los mecanismos de combate aportan un grado angustioso al desarrollo de la aventura, pues los enemigos no optan por disparar directamente, animándonos a rendirnos o huir del lugar, claro que podemos apuntarlos con una pistola con la que se logra un curioso efecto. La ausencia de munición es una constante en el juego, pero el arma nos servirá de mucha más ayuda de la que podamos imaginar, ya que con está asustaremos a nuestros contrincantes, lo que desencadena una serie de acciones estratégicas que se deben ejecutar en un orden correcto para eliminar las amenazas.

Existen dos tipos de enemigos, los tipos duros y los debiluchos. Los primeros van armados y se acercarán a nosotros siempre que no opongamos resistencia, momento en el que podemos atizarles con un machete para obtener la ridícula cantidad de munición que nos servirá, siempre que hayamos planteado bien nuestras opciones, para salvar la situación y eliminar a los enemigos más débiles. Estos últimos no suponen una amenaza seria, ya que con tan solo apuntarles con el arma podremos asustarlos para inmovilizarlos, empujarlos por un saliente o cualquier hueco del suelo.

En un momento dado, el juego amplía las opciones ofensivas y se obtiene un arco y flechas, elemento que permitirá algo más de tranquilidad en nuestra búsqueda, aunque básicamente, todo se centra en identificar y eliminar primero al oponente más poderoso. Así para superar el juego se debe utilizar el pensamiento rápido y la lógica en todo momento, pues no se pueden resolver las situaciones violentas si el jugador no está atento a todo lo que sucede en la pantalla.

Las prisas no son buenas consejeras tras el apocalipsis

Para avanzar de manera satisfactoria en el juego se necesitan altas dosis de paciencia y precaución. I Am Alive adopta una forma de avance y guardado bastante particular. En el juego, tendremos que recoger objetos llamados reintentos, cuya utilidad es precisamente esta; si mueres y contamos con reintentos nos permitirán volver al último punto de control. Sin embargo, son consumibles y si se terminan, debemos volver al comienzo de la última partida guardada. Esta falta de certeza sobre el futuro inmediato permite que la tensión del juego se multiplique de manera exponencial a la cantidad de reinicios de los que disponemos. Además cuando se retoma la partida desde un punto de guardado, estamos obligados a ver de nuevo todas las animaciones independientemente de su duración. Algo desesperante cuando surgen problemas en algunas partes del juego y tenemos que ver por tercera o cuarta vez la misma secuencia.

En cuanto a las decisiones morales, estas definitivamente no suponen una diferencia plausible en ningún caso, pasando a formar una parte secundaria de la producción, ya que pierden un poco de sentido. En determinados momentos, por ejemplo, encontraremos un botiquín para que diez segundos más tarde aparezca una madre con un niño en sus brazos pidiendo algo para aplacar el sufrimiento del infante. Las opciones morales pasan por darle o botiquín o guardarnos el preciado material sanitario sin consecuencias.

Nubes toxicas

A nivel artístico el juego es apocalípticamente bello, aunque la construcción de la atmósfera debe mucho a la banda sonora y a los efectos de sonido, pues la música dinámica que nos acompaña durante toda la travesía se convierte en parte esencial de la interpretación de lo que está sucediendo en este mundo devastado.

En claro contraste con el apartado artístico encontramos una ejecución práctica que deja bastante que desear. Los modelados son pobres y la técnica de utilizar filtros sucios para tapar las carencias gráficas no ofrece resultados convincentes. Además la repetición de secuencias y escenarios juegan una baza negativa en la producción, que tira piedras contra su propio tejado con soluciones que parecen precipitadas y no terminan de convencer. El juego llega a nuestro país con voces en inglés y textos de pantalla en castellano.

Juegos de supervivencia

El concepto inicial de I Am Alive parece dirigido a jugadores más maduros. El juego desestima en todo momento la mecánica de prueba y error para presentar una historia sobre los valores y los sentimientos humanos. Además ofrece matices sobre la superación personal y la supervivencia, algo que ayuda a reforzar el conjunto incluso con la ausencia de relevancia en las opciones morales. Un juego interesante planteado para codearse con los grandes que no ha llegado a buen puerto por una suficiente cantidad de errores técnicos y narrativos sobre los validos argumentos artísticos y narrativos.