Nir Sancho Levy (Tel Aviv, 1985) es hijo de un mallorquín y de una judía sefardita de Tánger, bisnieta del rabino de Sevilla. Es ingeniero electrónico titulado por el Israel Institute of Technology y ha desarrollado unas gafas con cámara y voz que permiten leer a personas ciegas o con visión reducida, sin más que señalar con el dedo la página elegida.

-¿Los ciegos podrán ver?

-No les devolvemos la vista, les facilitamos la autonomía que van perdiendo con la vista. Nuestro diseño les permite leer cualquier texto, distinguir productos e ingredientes y reconocer rostros.

-¿Sus gafas con cámara y voz han llegado a España?

-Estamos a punto, ya tenemos unos dos mil usuarios en Estados Unidos y otros países. La cámara requiere un adiestramiento de una a dos horas, y es un auxiliar que no transmite nada. Está desconectada de internet, por respeto a la privacidad y porque es mucho más rápido.

-Esto debe costar un pico.

-La versión completa se vende en Estados Unidos a 3.500 dólares. La que solo consiste en leer, a 2.500.

-¿Por qué fracasaron las gafas de Google?

-No tenían ningún mercado. Eran un teléfono móvil con la pantalla situada delante de los ojos, yo trabajo en visión artificial.

-¿Cómo distingue la cámara qué tiene que leer?

-Si la persona conserva una parte de visión, basta que señale sobre la página en cuestión con cualquier dedo. Si es ciega, pulsa el único botón del aparato, que le lee la página entera del libro y emite una señal para indicarle que ha acabado.

-¿Los disléxicos también están de enhorabuena?

-Sí, porque la cámara acelera el bucle entre que ves la palabra y la escuchas. Da a un disléxico la independencia de estudiar solo y, como tiene buena vista, le basta mantener el dedo sobre la línea que quiere descifrar.

-Las gafas también vigilan a su usuario.

-No. El archivo sería imposible, ya que no dispone de memoria. Precisamente nos interesa mucho que el usuario pueda leer una carta privada y que no quede almacenada.

-Israel tiene la bomba, ¿el resto está a la altura?

-Israel vive de la tecnología y cree en ella. Alguien dijo que éramos la nación start-up. Exportamos algoritmos, programas, ciencia.

-¿Los investigadores de Israel se fugan también a otros países?

-Están muy solicitados, pero hay un equilibrio porque Israel también atrae a los centros de investigación de las grandes empresas mundiales. Yo me quedo.

-¿Qué piensa usted de los palestinos?

-Somos dos pueblos que tenemos que vivir juntos, en un territorio bastante pequeño. Nos las tenemos que apañar, aunque normalmente los políticos lo complican.

-¿Es usted judío?

-Sí, pero secular. Nací judío.

-¿Sabe qué significa ser un chueta?

-Jajaja, claro, los judíos que se convirtieron. Pensé que ya pasó del mundo esa palabra.

-Pudo utilizar los algoritmos que domina para enriquecerse en Bolsa.

-No me interesa. En mi elección fue muy importante encontrar una empresa que ayudaba a gente necesitada y que trabajara en el campo civil y no militar.

-Su empresa Orcam suena a organización secreta.

-Or significa luz en hebreo.

-Trabaja en visión artificial, ¿cuándo nos introducirán artilugios en el cuerpo?

-Los exoesqueletos no son ciencia-ficción, y permiten que se pongan en pie las personas que no pueden caminar. Hay cubiertos que estabilizan el temblor de la mano.

-¿Se implantaría usted en el cerebro un chip que le enseñara idiomas?

-Todavía no, pero sí más adelante. Estamos cerca del pez burbuja de la Guía del autoestopista galáctico, que te traduce los idiomas al oído.

-¿El futuro del ser humano es el cyborg?

-Al principio habrá adelantos como estas gafas, sin implicación biológica, pero poco a poco se llegará a ese punto, para quitar el dolor o devolver la visión.

-¿Ha trabajado junto a personas ciegas?

-Los usuarios vienen semanalmente a darnos su valoración, y hemos trabajado junto a personas de visión reducida para mejorar la comodidad de la interfaz. Una de las cosas más terribles de la ceguera es la certeza psicológica de que se va a perder la autonomía, por una enfermedad degenerativa. Es peor que la pérdida de visión.

-¿Por eso las gafas avisan al usuario de que está leyendo la página del revés?

-Se podría corregir técnicamente, pero se trata de que recupere la normalidad, de que no necesite que nadie tenga que leerle el menú en un restaurante.

-¿El ojo artificial superará un día al natural?

-Sí. La lente de una cámara fotográfica supera ya al ojo humano, pero las ópticas tienen que reducirse. Con el ojo artificial se distinguirán las letras a mayor distancia, o sin luz. Un ciego podrá leer más cosas que una persona con visión.