La reglas de Facebook son muy claras: nada de nombres que puedan ser ofensivos o faltar al respeto. Algo muy subjetivo. Hace pocos días en Argentina suspendieron la cuenta de Guido Culasso More por usar "un nombre ofensivo".

Culasso Moore puede ser un buen nombre, pero Facebook no lo entendió así y canceló su cuenta. Al fin y al cabo, hay quien tiene un buen "culaso" al final de la espalda. En cualquier caso, un día más tarde Culasso ya había demostrado la autenticidad de su nombre y pudo recuperar su cuenta.

Facebook no trata bien a la gente con nombres que en según que idiomas pueden llevar a confusión. ¿Qué van a hacer Pere Tetas o Elba Gina Pelado? ¿Y los que se apelliden Poyatos, Pollón o Poyet? ¿Tienen la culpa de sus nombres? Hacerse un Twitter... Es más sencillo y no tiene esos problemas.

El pasado año hubo una polémica al respecto debido a la denuncia de una drag queen llamada Sister Roma a la que anularon su cuenta por usar un pseudónimo. El jefe de productos de Facebook, Chris Cox, incluso tuvo que pedir perdón públicamente a la comunidad de drag queens, drag kings y transexuales. "Les debemos un mejor servicio y una mejor experiencia al usar Facebook y vamos a arreglarlo de forma que la política sea manejada para que todos los afectados puedan volver a usar Facebook".

La apuesta de Facebook es que las personas usen su nombre real, pero ahora también admite seudónimos que no sean ofensivos. Por ejemplo, toda una institución en San Francisco, directora de arte de porno gay, presentadora de su propio programa de testimonios en Internet y activista a favor de la libertad sexual, tuvo que crear su cuenta en Facebook aparece como Michael Williams.

Hay casos incluso célebres. El novelista Salman Rushdie tuvo que demostrar con documentos oficiales que su cuenta le pertenecía. O la de varios tocayos de algunos ilustres como Selena Gómez o Mark Zuckerberg, que vieron canceladas sus cuentas por llamarse igual que un famoso.

La política de la empresa de Palo Alto tiene una doble lectura. Sin darnos cuenta, Zuckerberg está creando la mayor y más completa base de datos del mundo, un caramelo demasiado rico para empresas y Gobiernos y también para que abunden los nombres falsos u ofensivos.

"Si la información está actualizada y es correcta, Facebook podría algún día convertirse en un lugar donde la gente se dedica a hacer banca, votar o a declarar sus impuestos. Si está lleno de errores, es casi inútil, al menos, por lo que respecta a los anunciantes", ha explicado Andrew Souvall, portavoz de la compañía, a la BBC.