"Los jóvenes que no usan o no frecuentan las redes sociales sienten que están en riesgo claro de exclusión y marginación por parte de su grupo de iguales ya que o todo pasa en las redes sociales, o las cosas que pasan fuera se gestionan y preparan en ellas. Quien no participa de esta dinámica relacional es considerado 'raro' o 'independiente'". Se puede decir más alto, pero no más claro. Así de preocupantes son -para los adolescentes que no tienen WhatsApp, por ejemplo-, las principales conclusiones extraídas del estudio "Jóvenes y Comunicación. La impronta de lo virtual", elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud e impulsado por la FAD (Fundación de Ayuda contra la Drogadicción) con el Banco Santander y Telefónica.

Para los jóvenes españoles -de entre 16 y 26 años- la comunicación a través de las redes se ha convertido en fundamental. Admiten que sin las TIC se sentirían aislados, incomunicados, incompletos y que no sabrían cómo rellenar rutinas, cómo integrarse o cómo socializar.

La última encuesta del INE estima en un 5,5% a los jóvenes españoles de entre 16 y 24 años que no usan internet o las redes sociales de forma habitual. "Les afectan en los ámbitos que más les interesan, las relaciones, en el ocio, la formación, la información y el trabajo. Todos estos ámbitos están atravesados por las nuevas tecnologías", explicó el director de la FAD, Ignacio Calderón. "El chico o chica que no usa redes sociales está fuera de un grupo que se autogestiona, se organiza y que se autodefine a través de las redes sociales", añadió el director técnico, Eusebio Megía.

Pero los peligros potenciales van más allá. Ante la necesidad de una "actualización constante" y de una permanente "alfabetización digital" de los conocimientos para hacer uso de estas herramientas, Megía ha advertido de la posibilidad de que quienes "se queden fuera" sean "los grupos sociales menos favorecidos".

El estudio también desmiente mitos. Como la fantasía de los "nativos digitales", que presupone que las nuevas generaciones traen incorporadas las actitudes y conocimientos necesarios para manejarse sin problemas en entornos digitales. A pesar del estereotipo de que las nuevas generaciones dominan las nuevas tecnologías, el estudio concluye que necesitan un continuo aprendizaje y esfuerzo por la complejidad de compatibilizar y gestionar su yo online (dentro de la red) y el yo off-line (fuera de la red, en la interacción presencial).

Todo tiene una explicación: estar en redes sociales exige de los adolescentes y jóvenes un gran esfuerzo de aprendizaje continuo, una constante alfabetización digital, por la necesidad de compatibilizar su yo real con su yo virtual; por mantener gran número de relaciones sociales de forma simultánea o por la rapidez con la que evoluciona la tecnología, entre otros aspectos. No estar "a la última" o no saber gestionar bien ambas presencias (real y virtual) supone quedarse out.

El estudio pone de manifiesto un difícil equilibrio entre ventajas e inconvenientes. Con las redes sociales, las relaciones se hacen más complejas y los jóvenes deben encontrar el equilibrio entre el estar siempre presente (consideran fundamental estar siempre localizables, siempre disponibles por "si ocurre algo"), y que esa exposición no traspase los límites deseables de uso normalizado. Pese a todo ello, el discurso mayoritario de adolescentes y jóvenes es positivo: disfrutan de las ventajas y las comodidades que les ofrecen las redes sociales y pagan con aparente gusto lo que interpretan como contrapartidas menores.

Entre los posibles inconvenientes, asumen la pérdida de parte de su intimidad como normal "ya que todos lo hacen", también la dificultad de rechazar o ignorar peticiones de comunicación o de amistad. - incluso, admiten sentir una cierta dependencia.