Los protectores de estómago ocupan desde hace algunos años los primeros puestos de medicamentos más vendidos y consumidos de España, según los estudios del sistema nacional de salud. Estos fármacos, entre los que destaca el omeprazol, se han ido haciendo tan populares en los botiquines que su consumo aumentó más de un 300% entre 2000 y 2012, según el Ministerio de Sanidad. Su uso se ha extendido incluso sin prescripción médica y desde hace años existe una práctica irresponsable de automedicación en la sociedad que está además mal orientada: consumirlo antes de beber masivamente alcohol o comer en grandes cantidades creyendo que así se protege el estómago.

Los conocidos como inhibidores de la bomba de protones regulan los niveles de acidez en el jugo gástrico, con lo que están indicado para personas que sufren úlceras o reflujos. Loreto Otero tiene 28 años y hace tres le recetaron omeprazol por una complicación intestinal que le llevó a tomar antibióticos. La palabra "preventiva" es la que emplea para justificar que lleve tomando este medicamento desde los 25 años sin prescripción médica. "Empecé a usarlo por una inflamación y después cuando salía los sábados por la noche, si sabía que iba a beber alcohol, pues lo tomaba para que no me hiciera daño; después, si estaba un poco mal del estómago y tenía alguna comida fuerte, pues también", relata.

Otero asegura que alguna vez ha pensado en los posibles efectos secundarios, pero que en realidad los desconoce. El omeprazol, así como otros fármacos contra la acidez estomacal, puede causar diarrea, náuseas, mareo y jaquecas además de aumentar cerca de un 30% el riesgo de padecer problemas renales crónicos si se toma de manera continuada. Así lo publicó el Jourmal of the American Society of Nephrology, en una investigación cuyas conclusiones alertaban de que hasta el 96% de los que lo toman acaba con insuficiencia renal.

No es el primer trabajo que avisa de las consecuencias de su ingesta rutinaria. La revista Plos One publicó un estudio de la Universidad de Stanford en la que, tras revisar casi tres millones de pacientes con reflujo que tomaban omeprazol de manera habitual, hallaron pruebas de que el riesgo de sufrir un infarto de miocardio puede aumentar entre un 9% y un 24%.

Ya en el año 2009 otra investigación alemana, publicada por Nature y realizada en ratones, concluyó que el uso de estos medicamentos podría debilitar los huesos ya que impiden la correcta absorción del calcio.

Este fármaco impide además que la vitamina B12, presente por ejemplo en la carne, sea asimilada. El Kaiser Permanente Institute de Estados Unidos relacionó este hecho con el aumento de las posibilidades de padecer demencia.

Otero considera que si el empleo de estos fármacos está tan extendido se debe a que no se conocen sus consecuencias a largo plazo y al hecho de que "te lo receten siempre que te mandan antibióticos". "Te dicen que te los tomes para 'proteger el estómago', entonces piensas que son buenos", zanja tras aseverar que no volverá a automedicarse ahora que conoce sus posibles efectos.

Los peligros: automedicación y falta de formación

  • El omeprazol inhibe la secreción de ácido gástrico mediante bloqueo irreversible de la bomba de protones de la célula parietal gástrica. Su efectividad es por tanto muy prolongada y basta con tomar una cada 24 o incluso 48 horas. "Se utiliza en procesos en los que es útil inhibir dicha secreción como síndromes por aspiración, dispepsia, enfermedad por reflujo gastroesofágico, úlcera péptica y el síndrome de Zollinger-Elliso", explica la presidenta del Colegio de Farmacéuticos de Pontevedra, Alba Soutelo.Este fármaco no es en ningún caso un protector frente a comidas copiosas o el consumo de alcohol. De hecho, las personas que beben alcohol junto al medicamento están restando efectividad al mismo. Su uso como protector deriva de su habitual acompañamiento a ciertos medicamentos, como algunos antibióticos. Estos inciden en la acidez del jugo gástrico y el omeprazol ayuda a equilibrarlo, pero no crea una película protectora como la voz popular cree."La utilización de estos medicamentos sólo tiene sentido en casos de pacientes que estén a tratamiento con medicamentos que pueden lesionar la mucosa gástrica, como son los antiinflamatorios y en pacientes con otras patologías digestivas", recalca Soutelo, quien añade que "siempre" deben ser prescritos.