Las primeras horas de vida del recién nacido son cruciales para que se pongan en marcha los instintos que garantizarán una buena lactancia, señalan desde el centro de salud familiar Marenostrum de Barcelona. El pequeño viene programado para saber mamar y si se coloca nada más nacer sobre el abdomen de la madre, ambos desnudos -lo que se conoce como piel con piel-, en poco tiempo regula por sí mismo la temperatura corporal, reconoce mediante el olfato a su madre y alcanza el pezón para realizar la primera toma y luego caer en un sueño profundo. "El bebé guía y la madre ayuda. Es un instinto natural, por lo que es esencial no perturbar ese primer momento", aconseja.

Las 48 horas siguientes al parto son esenciales. Hasta ese momento, la madre tiene calostro, un tipo de leche muy densa, rica en grasas, proteínas y anticuerpos que actúa como una especie de vacuna, protegiendo al bebé de infecciones y activando su sistema inmune. Aunque al principio pueda parecer que es poca cantidad, es suficiente para un estómago de recién nacido, del tamaño de una moneda de euro.

Anna Maria Morales, consultora en lactancia y doula, asegura que exceptuando a algunas mujeres que padecen algún problema hormonal u otras que carecen de suficiente glándula mamaria, algo excepcional, el resto, todas pueden dar el pecho. "Lo que a ocurre es que a menudo no reciben suficiente información ni apoyo y no se respetan los procesos naturales", señala.

"Es un momento horrible. Las hormonas bajan, sale la paliza del parto, sube la leche, te duele el pecho, tienes fiebre, estás cansada, ves que el niño ha perdido peso€ y encima, que si visitas€ No te dejan dar de mamar tranquila. Aumenta tu estrés y el del niño. Se dan todos los ingredientes para que la cosa vaya mal", agrega Morales.

Beneficios de la leche materna

Los beneficios de la leche materna son numerosos. Para Crispi, de BCNatal, "es uno de los mejores regalos que una mujer le puede hacer a su hijo". Existe abundante evidencia científica que demuestra que mamar disminuye el riesgo de obesidad de los niños, la incidencia de asma y estimula el desarrollo cerebral. Investigadores de la Universidad de Brown (EE.UU.) realizaron resonancias magnéticas del cerebro mientras dormían a 133 pequeños de entre 10 meses y cuatro años. Comprobaron que aquellos que habían sido amamantados sólo con leche materna al menos tres meses tenían un mayor desarrollo en zonas del cerebro relacionadas con el lenguaje, la función emocional y la cognición.

Dar el pecho ayuda a establecer el vínculo emocional entre madre e hijo. Y ayuda a la mujer a recuperarse antes del parto, a que el útero se contraiga de nuevo y a perder los kilos ganados, pues generar leche cada día supone invertir unas 500 calorías. También se segrega oxitocina, un neurotransmisor que hace que la mujer esté en una especie de nube, algo muy beneficioso para lidiar con el estrés de los primeros meses del recién nacido. Por si fuera poco, se ha visto que la lactancia materna protege contra el cáncer de mama y de ovarios. Un estudio demostró en el 2010 que las mujeres que tenían casos de cáncer de mama en la familia, disminuían casi en un 60% su riesgo de padecer la enfermedad si daban de mamar a sus hijos.

¿Y si una madre no quiere dar el pecho? "En ocasiones a las clases preparto vienen parejas que desde el primer momento dicen que darán biberón al bebé. Les pregunto si tienen la información para saber si están decidiendo bien. La mayoría de las veces esa información está basada en mitos", cuenta Anna Maria Morales. Si se opta por la lactancia artificial, hay que intentar, aconsejan los expertos, que se parezca lo máximo posible a la materna: coger al niño en brazos piel con piel; darle volúmenes pequeños, adecuados a su estómago.

La importancia de la dieta

Los expertos en medicina materno fetal recomiendan seguir una dieta rica y equilibrada, con productos frescos, abundancia de frutas y verduras, cereales, y una buena ingesta de proteínas, sobre todo de pescado. Ingerir al menos dos porciones de pescado y marisco a la semana es esencial para el correcto desarrollo del bebé y mejora su capacidad intelectual, demostró un estudio realizado por la Universidad de Granada y publicado en el American Journal of Clinical Nutrition: se vio que niños cuyas madres consumían más pescado durante el embarazo obtenían mejores resultados en pruebas de inteligencia verbal, habilidades de motricidad fina y conducta social.

Y no hace falta comer por dos, como se decía hace unos años. Los expertos recomiendan ingerir pequeñas porciones unas cinco veces al día y mantener el peso a raya. Las mujeres con sobrepeso antes de quedarse encintas tienen más probabilidades de padecer problemas, desde diabetes gestacional a hipertensión, complicaciones en la placenta, parto prematuro o que requiere cesárea. Además, los bebés que nacen de madres con sobrepeso tienen más posibilidades de desarrollar defectos de nacimiento, como macrosomía (tamaño fetal superior al normal, por encima de los 4-4,5 kg al nacer), que los predispone a la obesidad y a un riesgo mayor de cardiopatía.

Ahora bien, un bebé que nace con poco peso también padece problemas. "A veces se debe a que la madre no come lo debido, pero otras a que la placenta no está bien y no le pasa alimento suficiente al feto", explica Crispi. En estos bebés sus células se programan para vivir en un entorno en el que hay poca comida, por lo que intentan almacenar cuanto pueden. "Son los que de mayores dicen que comen poco y engordan mucho", indica esta médico. No es su único problema de salud. En el hospital Clínic han demostrado que las paredes de las arterias de los niños con un peso por debajo del normal son más gruesas, como si tuvieran una prearteriosclerosis.

Está en marcha un ambicioso proyecto europeo, llamado Nutrimenthe, que arrancó en el 2008 e investiga los efectos a largo plazo sobre el desarrollo cognitivo, emocional y conductual de los niños de determinados nutrientes, como las proteínas, los ácidos grasos omega-3, vitaminas como la B, el ácido fólico, el hierro, el yodo y el calcio. El objetivo es crear una base científica que permita establecer recomendaciones a las mujeres embarazadas.

Hace unos años, una investigación sueca, publicada en el British Medical Journal, constató que las mujeres en cuya alimentación predominaban alimentos como las verduras, el aceite de oliva extra virgen, la fruta, el pescado y los cereales, y que bebían agua en lugar de bebidas azucaradas, tenían menos riesgos de parto prematuro que las que tomaban comida rápida y refrescos. Otra investigación publicada en Nature demostró que la dieta materna condiciona el sistema inmunitario del feto.

La alimentación del padre antes del embarazo también puede repercutir en la salud del hijo. Investigadores de la Universidad de MacGill (Canadá) analizaron la vitamina B9, el ácido fólico, en un estudio con ratones: vieron que si los futuros padres seguían una dieta carente de ácido fólico, los descendientes tenían un 30% más de riesgo de desarrollar problemas de salud.