Alrededor de un 2% de la población mundial sufre trastorno bipolar, entre personas diagnosticadas y no diagnosticadas, lo que supone que en España son alrededor de un millón.

En el trastorno bipolar se presenta como una alteración del estado de ánimo que ocasiona una elevación y descenso del mismo dentro de lo que se denominan episodios maníacos y depresivos y otros en los que presentan síntomas de ambas polaridades denominados mixtos. Un gran porcentaje de pacientes del trastorno bipolar comienza con síntomas en la adolescencia y primera juventud, y la mayoría de las veces la enfermedad se considera establecida en términos clínicos en la tercera década de la vida.

El trastorno bipolar tarda en diagnosticarse entre 8 y 10 años y la mitad de los afectados no saben que la padecen. Además, de los enfermos diagnosticados sólo la mitad sigue el tratamiento farmacológico.

La duración de estas fases de alteración emocional por el trastorno bipolar puede durar sólo unas semanas si se medica a tiempo, pero si no se actúa los síntomas maníacos o depresivos pueden durar un tiempo indeterminado hasta que remitan.

Cuando el tratamiento se sigue de forma adecuada, los pacientes pueden vivir periodos en los que sus emociones no son patológicas y tienen un estado de ánimo normal, lo que se denomina eutimia.

Síntomas

El diagnóstico del trastorno bipolar es más fácil cuando se presenta la fase maníaca, pero la enfermedad suele debutar con depresión, y entonces es indistinguible de la no bipolar. Cuando se produce en la primera juventud, no se sabe si es parte de un proceso adaptativo de maduración y hay que estrechar el seguimiento sobre todo si se presentan antecedentes familiares.

Existe un conjunto de factores que, si concurren junto con la depresión, pueden indicar que podría tratarse de un trastorno bipolar, como la edad de inicio temprana, la depresión postparto, antecedentes de bipolaridad en la familia, respuesta rápida y excesiva a los antidepresivos o síntomas atípicos como comer o dormir demasiado. Si se presentan varios de estos síntomas, se puede ya sospechar que en vez de depresión unipolar se trata de un trastorno bipolar.

Junto a este trastorno se presentan también otros que dificultan el diagnóstico. Los problemas más frecuentes son el abuso de sustancias, trastornos de la conducta alimentaria o ansiedad. Esta sintomatología se mantiene o se presenta larvada con síntomas residuales o previos al diagnóstico o el establecimiento clínico claro del trastorno bipolar.

Tratamiento

Se sabe que los fármacos utilizados en el tratamiento del trastorno bipolar actúan sobre los neurotransmisores que modulan la comunicación entre las neuronas y sobre el sistema límbico, el área cerebral más implicada en las emociones. Los más utilizados contra el trastorno bipolar son los denominados estabilizadores del estado de ánimo, como el litio, el valproato y la lamotrigina, así como también los antipsicóticos atípicos.

Dentro de estos factores que interfieren en el manejo del trastorno bipolar se encuentran el control del estrés, aunque no se puedan controlar las circunstancias que lo generan sí se puede aprender a enfrentarlas sin tanta repercusión emocional; la importancia de seguir un ritmo regular sueño-vigilia y de la actividad física regular que ayude al descanso; no tomar sustancias que fomenten la inestabilidad; o cómo aprender a detectar los síntomas de una posible recaída y saber manejarlos.

Causas

En la predisposición al trastorno bipolar no existe un único gen, sino que participarían varios genes, lo que dificulta determinar su origen.

Esta predisposición podría heredarse, pero existen factores precipitantes que lo desencadenan, como los acontecimientos vitales estresantes, como la pérdida de una relación afectiva o cambios en la situación vital: despidos laborales, jubilación, cambios de residencia?