El linfoma de Hodgkin, descrita por primera vez en 1832 por Thomas Hodgkin, es un tipo de cáncer. Esta enfermedad , también conocida como linfoma de Hodgkin, es un tumor que se origina en el sistema linfático, una parte fundamental de nuestro sistema inmunitario que consiste en una red de órganos, ganglios linfáticos, vasos linfáticos y conductos que producen y transportan linfa -líquido que se desplaza a través del sistema linfático, llevando productos de desecho y exceso de líquido de los tejidos- desde los tejidos hasta el torrente sanguíneo.

Esta linfa está formada por un tipo de glóbulos blancos llamados linfocitos, que forman parte del sistema inmunológico, que ayuda a nuestro cuerpo a combatir las infecciones y varias enfermedades. En este sentido, la principal función de los linfocitos es defender nuestro organismo. El linfoma, o mieloma múltiple, la leucemia y el síndrome mielodisplásico son las principales causas de cáncer que surgen en las células de defensa de la sangre.

El tejido linfático se localiza en muchas partes del cuerpo, lo que implica que el linfoma de Hodgkin puede originarse en muchas partes de nuestro organismo. En cualquier caso, las principales localizaciones del tejido linfático y, por tanto, donde es más habitual sufrir el linfoma de Hodgkin son:

Ganglios linfáticos: pequeñas bolsas de linfocitos y otras células del sistema inmunológico localizadas en zonas como las axilas, el cuello, las ingles, el tórax, el abdomen y la pelvis.

El bazo: localizado debajo de la parte inferior de las costillas en el lado izquierdo del cuerpo, este órgano produce linfocitos y otras células del sistema linfático.

Médula ósea: se trata de un tejido localizado en el interior de los huesos cuya responsabilidad es producir células sanguíneas (glóbulos blancos, rojos y plaquetas).

Timo: glándula que podemos encontrar detrás de la parte superior del esternón y frente al corazón que produce un linfocito especial llamado linfocito T.

Adenoides y amígdalas: conglomerados de tejido linfático localizados en la parte posterior de la garganta que ayudan a producir anticuerpos contra los gérmenes que son inhalados o tragados.

Tracto digestivo: los intestinos y el estómago también son partes de nuestro cuerpo que contienen tejido linfático.

Los linfomas o cáncer del tejido linfático se clasifican en dos tipos: linfomas de Hodgkin y linfomas de No Hodgkin, cuya diferencia fundamental radica en las características de las células malignas. Por ello, para diferenciar ambos tumores se recurre a la biopsia y a la evaluación microscópica de las células cancerígenas.

En general, las células malignas del linfoma de Hodgkin sufren muchas alteraciones, modificando de forma muy importante sus características en relación con las células normales de los tejidos linfoides, mientras que las células del linfoma no-Hodgkin sufren transformación maligna, pero preservan algunas características iniciales.

En el caso del linfoma de Hodgkin, sus células son un tipo de linfocitos B malignos. Esta enfermedad causa una inflamación del tejido linfático que puede afectar a cualquier zona donde se encuentre este tejido. Además, estos linfocitos cancerígenos del linfoma de Hodgkin pueden extenderse a través de los vasos linfáticos a cualquier zona del cuerpo, afectando a múltiples órganos.

Causas poco conocidas

Pese a haberse descrito por primera vez en 1832, no está clara la causa del linfoma de Hodgkin. Pese a ello, se relaciona con el virus Epstein-Barr, que causa una infección llamada mononucleosis infecciosa, además de antecedentes familiares, inmunosupresión, exposición a radiaciones, herbicidas? Sí se sabe que afecta con mayor frecuencia a los hombres que a las mujeres, especialmente a los adultos jóvenes (de 15 a 34 años) y a los adultos mayores (más de 55 años).

Síntomas y pruebas médicas

El linfoma de Hodgkin causa una inflamación del tejido linfático. En este sentido, uno de sus síntomas más llamativos es la inflamación de los ganglios, especialmente en cuello, ingles o axilas. Otros síntomas habituales son la fiebre, sudores -especialmente durante la noche-, pérdida de peso, astenia, picores intensos. Para detectar la presencia del linfoma de Hodgkin, el equipo médico se basa en una exploración física para comprobar si los ganglios linfáticos están inflamados.

La confirmación definitiva del linfoma de Hodgkin vendrá determinada por la realización de una biopsia de los ganglios y la posterior observación de las células del tejido en un microscopio. Si la biopsia revela que se sufre linfoma de Hodgkin, se llevan a cabo pruebas adicionales para determinar el tratamiento a seguir y hacer un seguimiento de la enfermedad.

Tratamiento del linfoma de Hodgkin

El tratamiento del linfoma de Hodkgin variará en función del estadio en el que se encuentre la enfermedad, según más o menos temprana haya sido la detección. En cualquier caso, por regla general se suele recurrir a la quimioterapia y la radioterapia.

En los casos más graves, en los que el paciente no responde a estas técnicas, se puede optar por un trasplante de médula ósea. En otras ocasiones, si el tumor es de crecimiento muy lento y el paciente tiene ya una edad avanzada, el equipo médico puede optar por un tratamiento menos agresivo, vigilando periódicamente la evolución de las células cancerígenas.

Pronóstico

Aunque resulta complicado establecer cuáles son las probabilidades exactas de curación para un linfoma de Hodgkin, lo cierto es que muchos pacientes consiguen superar con éxito la enfermedad. En este sentido, más del 80% de los pacientes con linfoma de Hodgkin inicial logran controlar la enfermedad. A diferencia de otros tumores, las probabilidades de superar el linfoma de Hodgkin son también muy altas aunque se detecte en sus estadios tardíos.