Los rayos del sol tienen un gran efecto curativo, ya que aportan luz y calor, energía, vitalidad y ánimo. La importancia de la presencia del sol ha sido celebrada a lo largo de la historia. En la mitología de muchas culturas se encuentran representaciones del sol en forma de dioses. En la civilización egipcia existió un significativo culto al sol y se asoció su poder a varias deidades. Para algunas culturas, la tierra simboliza la madre naturaleza y el sol el padre universal.

Se tiene constancia de esa admiración por la fuerza solar a través de la historia de la humanidad, y también es sabido que la piel blanca era un símbolo de distinción entre las clases altas, ya que tener la piel bronceada significaba la mayoría de las veces un trabajo duro bajo el radiante sol. Aún hoy en algunos países asiáticos se huye del sol y se venden cremas para blanquear los rostros y hacer desaparecer cualquier señal de una larga exposición solar o una piel tostada.

Aunque en los países europeos la "cultura actual" es la búsqueda del ideal cuerpo bronceado; la piel bronceada actualmente también significa estar bajo el radiante sol largas horas, pero esta vez, no por trabajo, sino de vacaciones. El orígen de la moda del bronceado se remonta a los años 20, con la popular Coco Chanel, que por un descuido durante un crucero por el mediterraneo se quemó la piel dando pie a la moda de la piel morena.

En esa búsqueda de belleza, muchos no dudan en tumbarse el día completo bajo los rayos UV, sin embargo, tomarlo en exceso puede ser altamente perjudicial. Siempre hay que tomarlo de forma moderada, a las horas en que los rayos sean más suaves (antes del mediodía y después de las cinco de la tarde en verano). Los baños de sol tienen muchos efectos saludables, debemos dejar que la luz del sol bañe nuestro cuerpo casi a diario. El sol favorece una buena circulación sanguínea, aumenta las defensas del organismo y produce un fortalecimiento general. Además, estimula un efecto tonificante en caso de depresión y una disminución del dolor en los enfermos. El sol nos aporta vitamina D a nuestra piel, ideal para evitar anemias y raquitismos.

Los lugares más adecuados para tomar baños de sol son, sin duda, la montaña y el mar. En la ciudad el aprovechamiento es menor, ya que el polvo absorbe las radiaciones. A continuación detallaré unas pautas para tomar un baño de sol revitalizante, muy sencillas de realizar. Este baño se puede llevar a cabo en cualquier horario, aunque se recomienda hacerlo por la mañana, entre las once y las doce horas, y con una duración de 15 a 60 minutos. Se tomará acostado, importante mantener la cabeza en la sombra y el cuerpo completamente desnudo al sol, cubriéndonos con una sabana para evitar cualquier tipo de irritación en la piel. Cuando ter minemos nuestro baño de sol, frotaremos todo el cuerpo con una toalla mojada con agua fría.

Si además queremos que tenga un efecto purificador, convirtiéndolo en un baño de sol completo, podemos realizarlo con exposiciones cortas, acumulando el máximo de calor posible, y cambiando de posición para recibir la acción de la luz en todas las partes del cuerpo, aunque siempre con la cabeza a la sombra y tapados con una sábana seca. Cada vez que cambiemos de posición se debe mojar el cuerpo con agua fría y cuando finalicemos nuestro baño de sol, que puede durar de 20 a 60 minutos.